Primer viaje misionero de Pablo

En la vida de san Pablo ocupa un lugar muy importante la ciudad de Antioquía. Fue allí donde descubrió la primera comunidad cristiana bilingüe, formada de judíos y de paganos convertidos, y donde tomó conciencia plena de la urgencia de la misión en el país griego. Gracias a las ayudas de la comunidad, Pablo pudo poner allí su base de operaciones para el resto de sus grandes correrías apostólicas. Y allá volvió siempre al final de las mismas para asociar a sus hermanos a la acción de gracias por el progreso del Evangelio.

En Antioquia fue donde el Espíritu le designó junto con Bernabé para llevarla a cabo la primera misión apostólica. Salieron de Antioquia y se dirigieron a la isla de Chipre, tierra de Bernabé. Llegados a Salamina se dirigieron a Pafos, donde más tarde embarcarían para dirigirse hacia las regiones de Pisidia y Panfilia. Desembarcan en Perge y se dirigen Antioquia de Pisidia. Después recorrerán las ciudades de Iconio, Listra y Derbe. De regreso hacen el camino inverso, y tras embarcarse en Perge se dirigirán de vuelta a Antioquia sin pasar por Chipre.

Esta primera misión señala una penetración interesante del evangelio. Desbordando los confines de Palestina, la buena nueva llega a las islas (Chipre) y penetra hasta la planicie de Anatolia. No se trata ya de conversiones individuales de algún que otro pagano (como en el caso del eunuco de Etiopía: Hech 8, 26-40 o del centurión Cornelio: Hech 10-11, 18), sino de saber cuál era el sitio que había que dar en la iglesia a comunidades enteras. Este fue el serio problema que se planteó en la primera asamblea de Jerusalén. Pablo nos trasmite toda la tensión del momento en su relato del incidente de Antioquia (Gál 2, 11-21).

Quizás sea este el momento de estudiar la Carta a los Gálatas por afinidad de los temas tratados en este apartado. Efectivamente, tras los choques que Pablo tuvo con los judaizantes a propósito de la circuncisión (en el concilio de Jerusalén) y de las comidas en común (incidente de Antioquía), estos problemas surgirán en adelante con frecuencia y alcanzará la crisis judaizante su punto culminante en el tercer viaje, que es cuando Pablo escribe su Carta a los Gálatas. Es ante todo en la carta a los Gálatas donde Pablo replica a los judaizantes; lo hace con todo el fuego de la polémica (escribirá en ese mismo tono en la advertencia a los Filipenses 3, 2). En la carta a los Romanos, también recoge la misma argumentación con mayor amplitud y en un tono más conciliador.

Cfr. Aquí para un estudio detallado de la Carta a los Gálatas

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