Esdras y la Ley de Dios

Tras el fin de la monarquía, los deportados a Babilonia, a los que no resultaba posible acudir al Templo de Jerusalén para dar culto a Dios, fueron dando mayor importancia a la ley en la que se podía encontrar el fundamento de su identidad como pueblo.

Los desterrados fueron elaborando una ley escrita, cuyo texto y contenido no ha llegado directamente hasta nosotros, aunque tenemos referencias plausibles de que, a finales del s. V o comienzos del IV a.C., un escriba versado en la ley, llamado Esdras, fue a Jerusalén llevando consigo aquella ley escrita y la impuso, con la autoridad que le había concedido el emperador persa, a todos lo judíos que vivían en la provincia de Yehud (cfr Ne 8,1-18).

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