Los caminos hacia Jerusalén en tiempo de Jesús

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El conjunto de ciudades y pueblos de Galilea se hallaba trabado por una tupida red de caminos, que facilitaba el comercio interno de una región tan rica e industriosa, así como las vías de expansión hacia el comercio exterior, vitales en la exportación de productos, que constituía una de las bases económicas de la sociedad galilea en el s. I d.C.

Samaría

Al sur de Galilea, y separado por el valle de Esdrelón –también llamado de Yizreel–, hay un macizo central de colinas y montes bajos sobre el que se extiende la región de Samaría. Ésta queda limitada al oriente por el valle del río Jordán –que al sur del lago de Genesaret reinicia otro recorrido, esta vez de unos 100 Km., hasta que desemboca definitivamente en el mar Muerto–, y por el oeste con el mar Mediterráneo.

Los 3 caminos principales haca Jerusalén

Cuando alguien viajaba desde Galilea hasta Jerusalén tenía que escoger entre los tres posibles caminos que se le ofrecían:

  1. El más directo, a través de los montes de Samaría;
  2. o bien, dar un pequeño rodeo, siguiendo el curso del Jordán;
  3. o, si lo prefería, ir junto a la costa del Mediterráneo: la Vía Maris

1) El camino a través de Samaría

De Nazaret, en el confín meridional de Galilea, salía hacia el sur un camino que bajaba a través de una cañada hasta abrirse al extenso llano del valle de Esdrelón. Era la vía más corta en dirección a Jerusalén. Cuando el viajero sorteaba las zonas pantanosas, o cuando atravesaba las fértiles huertas de Yizreel, podía divisar a su izquierda la suave y armoniosa curva que dibuja la silueta del monte Tabor. Este monte, de 588 metros de altura y casi totalmente aislado en medio del valle, está cubierto de matorrales, y su cumbre poblada de árboles es un remanso de paz, sombra y brisa refrescante.

Mirando desde la cumbre del Tabor hacia el sur, hacia Samaría, la primera línea de montes que se contempla es el llamado Pequeño Hermón. Parece que están colgadas en su ladera, rocosa y tapizada de retamas, unas cuantas casitas humildes, que componen la aldea de Naín. A partir de ahí, y siempre hacia Jerusalén, se suceden una tras otra las colinas cubiertas de olivos y las montañas de suelo baldío. Había entonces un camino de rango secundario en la red romana de comunicaciones, pero que era transitado desde hacía más de mil años por pastores y caravanas. De vez en cuando, un valle de cierta amplitud aparece tapizado por espigas de trigo. El camino discurre en ocasiones a través de desfiladeros. El viaje a pie por estos montes es duro, sobre todo cuando se hace notar el peso del día y del calor.

Hacia el centro de Samaría se llega a la aldea de Sicar, entre los montes Ebel y Garizim, junto a la antigua ciudad de Siquem. La comarca estaba muy paganizada, y los samaritanos eran enemigos acérrimos de los judíos, por lo que no solían facilitar hospitalidad a los que daban muestras de ir en peregrinación a la Ciudad Santa. Por eso, este camino, a pesar de ser el más corto para desplazarse a Jerusalén, tampoco era frecuentado por los judíos de Galilea.

2) Siguiendo el curso del Jordán

Parece que la mayor parte de las veces en que los galileos debían desplazarse hasta Jerusalén seguían el camino que iba por el este, siguiendo el curso del río Jordán. Son unos ciento cincuenta kilómetros los que hay que recorrer. Los viajes se hacían andando o en asno, y resultaban muy duros sobre todo debido a la aridez del terreno por el que discurre el sendero.

Cuando el viajero partía de Cafarnaún o alguna de las poblaciones en torno al lago de Genesaret se dirigía hacia la orilla sur, y a partir de ahí marchaba junto a los numerosos meandros por los que discurre el río Jordán, hasta cerca de su desembocadura en el mar Muerto. Seguirían probablemente la orilla izquierda, por Transjordania, ya que esa zona formaba parte, lo mismo que Galilea, de la tetrarquía de Antipas, por lo que se ahorrarían trámites administrativos, además de evitar el paso por el territorio siempre hostil de los samaritanos. Casi cien kilómetros de descenso por la depresión del Jordán, flanqueada de lomas rocosas calcinadas por el sol, hasta llegar al bellísimo oasis de Jericó, que se encuentra a más de trescientos metros bajo el nivel del mar Mediterráneo. Estaban ya a las puertas de Judea y cerca de la Ciudad Santa.

3) La vía costera o vía Maris

La principal ruta de comunicación era la Via Maris, una calzada muy antigua que había sido remozada por los romanos para permitir que circulasen por ella no sólo personas a pie, sino también carruajes de carga. Tenía dos ramales, uno que procedente de Damasco atravesaba Galilea y bajaba al valle de Yizreel, y otro que venía del norte siguiendo la costa fenicia y rodeaba el monte Carmelo por la zona oriental, separándose un poco de la costa. Ambos ramales se unían en Meguiddó. A partir de ahí seguía hacia el sur, con distintos caminos alternativos. El más cercano al mar pasaba por Cesárea Marítima, una ciudad de extensión y riqueza más que notable, y, siempre cerca de la playa, llegaba hasta Joppe. Allí había un pequeño pero activo puerto pesquero, y junto a él, encaramadas en un promontorio junto al mar, estaban las casas. Desde Joppe el camino se dirigía hacia el este, apartándose del mar, y después de atravesar Lida y otras poblaciones llegaba a Jerusalén.

Este camino, a pesar de que reunía mejores condiciones para el viaje, apenas era utilizado por los judíos de Galilea en sus desplazamientos a Jerusalén, ya que –además de no ser el más corto– cruzaba regiones pobladas casi totalmente por gentiles de cultura griega o romana. Además, el último tramo, que ascendía por vaguadas y atravesaba desfiladeros, podía ser peligroso, pues el terreno resultaba propicio para los bandidos que estaban al acecho de los peregrinos.

Autor: FRANCISCO VARO en Rabí, Jesús de Nazaret

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