E) La exégesis católica ante el problema critico, en los inicios del siglo XX

Como hemos dicho desde el principio hubo autores que no compartieron los presupuestos ni las técnicas de la hipótesis de Wellhausen, e hicieron sus propias propuestas. Así tenemos a De Hummelauer el cual en las obras publicadas entre 1895 y 1901 admitía un origen mosaico para el Pentateuco, aunque este habría sufrido numerosas modificaciones después .

En 1897 se celebró un Congreso católico en Friburgo en el que varios exegetas católicos analizaron la situación de la crítica literaria del AT en ese momento. Entre sus organizadores estaban von Hügel y M. J. Lagrange. Este último reconocía la solidez de los trabajos de la crítica, pero insistía sobre todo en la necesidad de conocer los procedimientos de composición en el Antiguo Oriente, así como el desarrollo de la actividad legislativa de esas culturas. Sin embargo este Congreso habría de ser mirado con gran recelo en la exégesis católica.

Otros autores católicos como F. Prat, Durand y Brucker, sin abandonar la autenticidad mosaica, reconocían que había muchos añadidos a su obra, incluso la posibilidad de la existencia de cuatro documentos que tal vez fueran reunidos después del Exilio.

Sin embargo, en general, los autores católicos juzgaban con reservas a la posición de Lagrange. A esto hay que añadir que varios exegetas católicos que había trabajado en cuestiones de crítica literaria de los textos bíblicos, como Loisy y von Hügel se decantaron hacia el modernismo. Muchos de los que podían haber orientado científicamente a la exégesis católica abandonaron sus filas. Cuando se estaba fraguando esta situación crítica, el Magisterio de la Iglesia había comenzado a tomar algunas medidas para defender la fe.

En 1893 el Papa León XIII publicó la Enclclica “Providentissimus Deus” en la que recomienda prudencia, insiste en el carácter inspirado de los libros sagrados y recuerda que esto tiene unas consecuencias, como la inerrancia y la santidad, que se han de tener en cuenta para interpretar rectamente la Biblia.

En 1902 el mismo León XIII creó la Pontificia Comisión Bíblica para responder a las dificultades concretas que pudieran plantear a la fe y a la moral las cuestiones críticas sobre la Biblia.

  • Sus primeros decretos tienen un carácter prudencial: su objetivo es evitar que se acepten acríticamente por parte de los fieles las hipótesis de trabajo que se estaban debatiendo por los expertos, muchos de ellos no católicos, y en algún caso como el de Wellhausen notoriamente opuestos a la doctrina católica. Siguiendo lo que había sido doctrina común, y utilizando un complejo lenguaje canónico, se redactan varios decretos acerca de cuestiones relativas a los Libros históricos del AT.
  • Entre ellos figura unas respuestas en 1906 “sobre la autenticidad mosaica del Pentateuco”, y otras en 1909 “acerca del carácter histórico de los tres primeros capítulos del Génesis”.

«Si se apoyan en sólido fundamento los varios sistemas exegéticos que se han excogitado y con apariencia de ciencia propugnado para excluir el sentido literal de los tres primeros capítulos del Génesis».

—Respuesta: “Negativamente”

«Si los argumentos acumulados por los críticos para combatir la autenticidad mosaica de los libros sagrados que se designan con el nombre de Pentateuco son de tanto peso que, sin tener en cuenta los muchos testimonios de uno y de otro Testamento considerados en su conjunto, el perpetuo consenso del pueblo judío, la tradición constante de la Iglesia, así como los indicios internos que se sacan del texto mismo, den derecho a afirmar que tales libros no tienen a Moisés por autor, sino que fueron compuestos de fuentes en su mayor parte posteriores a la época mosaica».

—Respuesta: “Negativamente”.

«Si, no obstante el carácter y forma histórica del libro del Génesis, el peculiar nexo de los tres primeros capítulos entre sí y con los capítulos siguientes, el múltiple testimonio de las Escrituras tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, el sentir casi unánime de los Santos Padres y el sentido tradicional que, trasmitido ya por el pueblo de Israel, ha mantenido siempre la Iglesia, puede enseñarse que: los tres predichos capítulos del Génesis contienen, no narraciones de cosas realmente sucedidas, es decir, que respondan a la realidad objetiva y a la verdad histórica, sino fábulas tomadas de mitologías y cosmogonías de los pueblos antiguos, y acomodadas por el autor sagrado a la doctrina monoteística, un vez expurgadas de todo error de politeísmo; o objetiva, bajo apariencia de historia, presupuestos para inculcar las verdades religiosas y filosóficas; o en fin, leyendas, en parte históricas, en parte ficticias, libremente compuestas para instrucción o edificación de las almas».

—Respuesta: “Negativamente».

(Esta respuesta, así como las otras tres respuestas, que precisan algo más el sentido de esta, pueden verse en Dz 2121-2128 y 1997- 2000)

Más adelante, y una vez que fue posible ponderar con mayor precisión el alcance de las aportaciones de la crítica literaria, así como sus riesgos, el Magisterio fue solícito en disipar los malentendidos que habían provocado esas respuestas.

  • En 1943 la Encíclica Divino afflante Spiritu y
  • En 1948 la Carta de la Pontificia Comisión Bíblica al Card. Suhard buscan integrar las verdaderas aportaciones de la crítica literaria, aquilatadas a la luz de la arqueología y la exégesis, en una interpretación verdaderamente católica de la Biblia. Por ejemplo, con respecto a los dos temas de los que habíamos hablado antes, dice lo siguiente:

§ «En lo que a la composición del Pentateuco se refiere, la Comisión Bíblica reconocía ya en el mencionado decreto de 27 de junio de 1906 que podía afirmarse que Moisés, para componer su obra, se sirvió de documentos escritos o tradiciones orales, y admitir también modificaciones y adiciones posteriores a Moisés. Hoy no hay nadie que ponga en duda la existencia de estas fuentes y no admita un crecimiento progresivo de las leyes mosaicas, debido a las condiciones sociales y religiosas de los tiempos posteriores, progresión que se manifiesta también en los relatos históricos».

§ Y también dice: «La cuestión de las formas literarias de los once primeros capítulos del Génesis es mucho más oscura y compleja. Estas formas literarias no responden a ninguna de nuestras categorías clásicas ni pueden ser juzgadas a la luz de los géneros grecolatinos o modernos. No puede, consiguiente-mente, negarse ni afirmarse en bloque la historicidad de estos capítulos sin aplicarles indebidamente las normas de un género literario bajo el cual no pueden ser clasificados». 

 

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