C) De la «crítica de las fuentes» a la “critica de la redacción”

En el mismo año de 1975 salió a la luz la prestigiosa revista Journal for the Study of the Old Testament, que además de recoger el trabajo de Rendtorff, dio cabida a los opositores de la hipótesis documentaria, como Van Seters, Whybray, Wagner, Coats, Schmid, etc.

Otro autor importante de esta época fue E. Blum, discípulo de Rendtorff, que había dedicado una monografía a la composición del Génesis en 1984, y que publicó en 1990 unos “estudios sobre la composición del Pentateuco. En su opinión, no existen fuentes paralelas e independientes, como las que postulaba la hipótesis documentaria clásica, ni tampoco las grandes unidades de las que hablaba su maestro Rendtorff, sino dos “composiciones” tardías en las que se recogen, debidamente reelaboradas, tradiciones más antiguas.

Una de estas “composiciones”, a la que llama KD, comienza con la historia de Abrahán (Gen 12) y extiende sus ramificaciones hasta los últimos capítulos del Deuteronomio; es de tendencia deuteronomista, pero posterior al Deuteronomio, y sería compuesta en la primera generación de los que volvieron del Destierro. La otra “composición”, denominada KP, gira en torno al tema de la comunidad, presupone tradiciones antiguas, y es de tendencia sacerdotal, compuesta en la época persa. El Pentateuco sería, según él, el resultado de compromiso entre las tendencias reflejadas en la KD y la KP.

De otra parte, y siguiendo una línea totalmente independiente de la de Rendtorff y sus discípulos, R. N. Whybray publicó un libro donde pretendía romper definitivamente con la hipótesis clásica de Wellhausen. Whybray niega de forma rotunda la validez de los presupuestos en que se apoyaba Wellhausen. Y afirma que así como no hay razones para admitir “documentos” previos al Pentateuco definitivo, tampoco las hay para suponer “credos”, ni “relatos cultuales”, ni “temas” o “tradiciones transmitidas oralmente”. Al negar toda prehistoria literaria del Pentateuco, queda como única posibilidad la aceptación de un único autor.

Inspirado por Van Seters, Whybray supone una gran influencia de los historiadores griegos: lo mismo que Herodoto utiliza todo tipo de recursos literarios, con diversidad de estilos, repeticiones o contradicciones, y nadie duda de la unidad de autor de su obra, también el autor del Pentateuco escribiría la historia de su pueblo, echando mano de múltiples recursos literarios, reflejados en la aparente variedad de léxico, de estilo o de relatos repetidos. No habría pues que buscar en el Pentateuco fuentes literarias anteriores, ni unidades previas, ni tradiciones ancestrales; si algunas existieron, no estaban relacionadas entre sí, ni tenían contenido teológico propio.

 

Una vez llegados a este punto e intentando recapitular, en la medida de lo posible, el desarrollo de las hipótesis propuestas en los últimos años acerca de la formación del Pentateuco, podemos decir que se está pasando del interés inicial en torno a los estudios centrados en 1) la historia de la formación y desarrollo de los documentos o tradiciones previas al Pentateuco, a unos estudios centrados en 2) la crítica de la redacción del Pentaeuco, esto es, a la búsqueda de cuál es la forma final o canónica y cómo se llegó a esa redacción. Entre las motivaciones que están propiciando este desplazamiento se podrían apuntar el creciente interés por acceder a los textos bíblicos con métodos sincrónicos y con un acercamiento canónico.

Un comentario sobre “C) De la «crítica de las fuentes» a la “critica de la redacción”

Deja un comentario