Cronología de los reyes del Reino del Sur

Cronología de los reyes del Reino del Sur

Roboam

933-916

Yotán

740-735

Abías

915-913

Acaz

735-728 / 716

Asá

910-887

Ezequías

728-716 / 698

Josafat

870-846

Manasés

697-643

Jorán

848-841

Amón

643-642

Ocozías

841

Josías

642-609

Atalía

841-835

Joacaz

609

Joás

835-797

Joaquín

609-598

Amasías

796-781

Jeconías

598-587

Ozías

781-740

Sedecías

597-587

Después de la ruptura con las tribus del Norte, el sucesor de Salomón, Roboam, se dedicó a fortificar ciudades en su reino. Sufrió una incursión militar del faraón Sosaq a quien tuvo que pagar un fuerte tributo (1 R 14,25‑26). Sus descendientes, Abías (915‑913 a.C.) y Asá (913‑871 a.C.) siguieron una política similar. Josafat (870‑846 a.C.) comenzó una política de entendimiento con el reino del Norte, y casó a su hijo Joram (846‑871 a. C.) con Atalía, hija de Ajab. Su hijo Ocozías fue asesinado por Jehú en Yizreel, y quedó como regente su madre Atalía. Esto provocó malestar, ya que ésta era de la familia de Omri, y no de dinastía davídica. El sacerdote Yehoyadá tramó una conspiración contra ella y apoyó el acceso al trono de Joás; en su reinado hubo de hacer frente a un tributo que le impusieron los arameos. Finalmente murió asesinado. Le sucedió su hijo Amasías (796‑781 a.C.) que intentó vengar el asesinato de sus antepasados por Jehú y se enfrentó a su nieto Joás, pero sufrió una derrota humillante. También murió asesinado. Le sucedió su hijo Ozías (781‑740 a.C.), que tuvo un largo y próspero reinado: fortificó Jerusalén y otras ciudades, extendió la agricultura, hizo de Elat un puerto comercial importante e impuso tributo a los filisteos y otros pueblos vecinos. Pero al final de su vida contrajo la lepra, y su hijo Jotam se encargó de la regencia hasta la muerte de su padre. Como ya se había indicado, con la subida al poder de Teglatfalasar III de Asiria (745-727) cambió radicalmente el panorama de la zona. Israel había optado por el enfrentamiento abierto. Mientras tanto, Judá, gracias a que no entró en la alianza antiasiria, no fue conquistada, pero se convirtió en vasallo de Teglatfalasar III. Después aprendieron la lección de lo que sucedió a sus vecinos y se mantuvieron como fieles vasallos de Asiria.

Como ya se dijo, Jotam se hizo cargo de la regencia durante la enfermedad de su padre Ozías, y después le sucedió en el reino. A éste le siguió su hijo Ajaz, que no quiso participar en la liga antiasiria. En el año 729 asoció al trono a su hijo Ezequías, que fue quien le sustituyó en el año 715. Durante la asociación al trono de su padre siguió su misma política: sumisión a Teglatfalasar III y Salmanasar V, pero al subir al trono no quiso someterse a Sargón II, y se unió a una revuelta contra él junto con los filisteos y con el apoyo de Egipto, aunque sin implicarse demasiado (cf. Is 20,1‑6). A partir del 704 a.C. se rebeló abiertamente contra los asirios, poniéndose a la cabeza de una coalición apoyada por Egipto, y de la que formaban parte algunas ciudades filisteas. Cuando Senaquerib subió al poder de Asiria organizó una campaña espectacular contra la coalición: conquistó territorio filisteo, y entró a Judá por la Sefelah. El bajorrelieve de la toma de Lakis y los textos asirios dan idea de aquella campaña. Al final puso cerco a Jerusalén, que se salvó pagando un gran tributo (2 R 18,13‑16). El Prisma Hexagonal de Senaquerib proporciona algunos detalles de estas campañas:«Continuando mi campaña puse sitio a Bet‑Dagón, Joppe, a Hanai‑Barqa y Azuru, ciudades pertenecientes a Sidqia, que no se habían postrado pronto a mis pies. Las conquisté y me llevé su botín. Y los magistrados, jefes y pueblo de Eqron que habían encadenado a Padi, su soberano, leal al juramento prestado al dios Ashur, y le habían entregado a Ezequías de los judíos, el cual le tuvo encadenado como si fuera un enemigo, y se asustaron y pidieron ayuda a los reyes de Mu‑su‑ri (Egipto), y a los arqueros, los carros y la caballería del rey de Etiopía, ejército innumerable que acudieron para auxiliarles.

Estos se dispusieron en línea de combate contra mí, preparando sus armas en la llanura de Eltegeh. Y yo, confiado en un oráculo favorable de Ashur, mi señor, les hice frente y los derrotó. Y en el fragor de la batalla capturé vivos a los aurigas egipcios con sus príncipes, y también a los aurigas del rey de Etiopía. Puse sitio a Eltegeh y a Timmah, las conquisté y me llevé su botín. Luego ataqué a Ecron y dí muerte a los magistrados y jefes que habían cometido el crimen, y empalé sus cadáveres en estacas que rodeaban la ciudad.

Y a las gentes del pueblo culpables de delitos menores los tomé como prisioneros. Al resto de ellos, que no eran responsables de crímenes ni de malas acciones los dejé libres. Hice que Padi, su rey, volviera de Jerusalén, y lo restablecí en el trono como soberano sobre ellos, imponiéndole un tributo de reconocimiento de mi superioridad.

En cuanto a Ezequías de los judíos que no se había sometido a mi yugo, le asedié cuarenta y seis de sus ciudades fuertes, baluartes y aldeas de los alrededores; y las conquisté mediante terraplenes y arietes de cerco, combinados con un ataque de hombres a pie, utilizando minas y brechas. Y les tomé como botín doscientas mil ciento cincuenta personas, jóvenes y viejos, hombres y mujeres; caballos y mulos, asnos, camellos, ganado mayor y ganado menor sin número.

Y al mismo lo encerré en Jerusalén, su residencia real como pájaro en su jaula. Edifiqué contra él torres y castigué a todo el que salía de la gran puerta de la ciudad. Y las ciudades que yo había saqueado las separé de su país y se las di a Mitinti, rey de Ashdod y a Padi, rey de Eron, y a Sillibel, rey de Gaza. De este modo disminuí su país, pero aumenté el tributo y los presentes debidos a mi superioridad, imponiéndole tributos además de los tributos anteriores que debían pagarse cada año.

Y Ezequías, abrumado por el esplendor y el terror de mi majestad y abandonado por sus soldados más selectos y otros irregulares, que había concentrado en Jerusalén para reforzarla, me hizo llegar a Nínive, mi ciudad señorial más tarde: treinta talentos de oro, ochocientos talentos de plata, piedras preciosas, piedra dag-ga‑ri, de pórfido, lechos de marfil, tronos de marfil, dientes de elefante, madera de ébano y de boj, toda clase de objetos preciosos, con sus hijas, concubinas, músicos y cantoras. Y envió su embajador para entregar el tributo y mostrar su sumisión» (ANET, 287-288; SAO, 235‑237).

Ezequías hizo una alberca y un gran canal, que va desde la fuente de Guijón hasta la piscina de Siloé, para el abastecimiento de agua a Jerusalén durante los asedios (cf. 2 R 20,20). Tiene 512 m. de longitud y se conserva desde entonces en perfecto estado. En él se ha encontrado una inscripción de la época, escrita en hebreo, que explica interesantes detalles de su construcción. La inscripción dice así: «Ved el túnel. He aquí la historia de su construcción. Los mineros excavaron con sus picos los unos frente a los otros, y cuando no quedaban más que tres codos de separación entre ambos equipos se oyó la voz de un minero que llamaba al otro. El sonido atravesaba la roca de parte a parte. Así, el día que perforaron la roca, los mineros se encontraron, dieron pico con pico y el agua corrió de la fuente a la piscina, a lo largo de mil doscientos codos. El espesor de la roca por encima de la cabeza de los mineros era de cien codos» (J. González Echegaray, Geografía y arqueología bíblicas, 111).

El libro segundo de los Reyes dice que Ezequías llevó a cabo una gran reforma religiosa (Cf. 2 R 18,4‑6). Después del impacto causado por la caída de Samaría intentó una purificación de la práctica religiosa en Judá. Cuando su hijo Manasés lo sucedió en el trono (687 a.C.) los asirios se encontraban en la cumbre de su poder. Parece que debió formar parte de alguna coalición antiasiria, y el rey asirio Asurbanipal se lo llevó preso unos meses a Babilonia (2 Cr 33,11). En el aspecto religioso fomentó los cultos a Baal y Astarté (2 R 21,3.7), de la religión cananea. Le sucedió en el trono su hijo Amón, que se mantuvo fiel a Asiria y a los cultos idolátricos de su padre. Fue asesinado por unos conspiradores, posiblemente proegipcios, dos años después. Tras el asesinato de su padre, Josías subió al trono con ocho años. Su reinado se caracterizó por la búsqueda de la independencia política y religiosa. Recuperó parte de los territorios del antiguo reino del Norte: Betel (2 R 33,15 ss.), Samaría (2 R 23,19) y Megiddoh (2 R 23,29). Destruyó los santuarios locales y dejó como único lugar de culto el Templo de Jerusalén. En su época el poder asirio se debilitó grandemente, y se encontraba a punto de extinción bajo el empuje de los medos (Ciaxares) y babilonios (Nabopolasar); el faraón Nekoh II veía con temor el crecimiento del poder de éstos y se decidió a intervenir personalmente contra los babilonios. Josías salió a hacerle frente en Megiddoh y murió en la batalla (609). El reinado de Josías se caracterizó por la profunda reforma religiosa que emprendió. A partir del reinado de su sucesor Manasés en la corte de Judá hubo dos bandos: unos defensores de la sumisión a 1os babilonios, y otro proegipcio. A la muerte de Josías a manos del faraón Nekoh II Egipto, éste impuso su poder sobre Judá: fue elegido rey Joacaz, pero el faraón lo llamó a Riblá en Siria, lo hizo prisionero y lo envió a Egipto, donde murió (2 R 23,30‑35). El faraón nombró rey al hijo mayor de Josías, Elyaqim y le cambió el nombre a Yoyaqim en señal de vasallaje (2 R 23,35).

Después de la batalla de Karkemis (605) en la que los babilonios infligieron una grave derrota a los egipcios, Nabucodonosor ostentaba la supremacía en Oriente próximo. Tras esa batalla Yoyaqim pasó a ser vasallo de Babilonia pagando un fuerte tributo. Pero en el año 601 se negó a hacerlo. En 599 Nabucodonosor envió parte de sus tropas junto con bandas de arameos, moabitas y edomitas (cf. 2 R 24,2) como preludio de su intervención personal contra Jerusalén en 598 a.C. Poco antes del cerco de Jerusalén murió Yoyaquim, y le sucedió su hijo Joaquín, que sólo reinaría durante tres meses (2 R 24,8), pues acabaría rindiéndose a Nabucodonosor (año 597 a.C.). Este lo hizo prisionero, impuso un fuerte tributo a Judá, y deportó a Babilonia a todas las personas que podían ser influyentes, para alejar todo peligro de una rebelión. Se ha conservado una crónica babilónica sobre el primer asedio de Jerusalén, que dice así: «En el año octavo, en el mes de Kislew, el rey de Akkad reunió sus tropas y se puso en marcha hacia el país de Hatti (SiriaPalestina). Puso sitio a la ciudad de Judá; y el día segundo del mes de Adar se apoderó de la ciudad; e hizo prisionero al rey (Joaquín). Designó luego un rey según su corazón (Sedecías) y le impuso un fuerte tributo, y lo envió a Babilonia» (SAO, 240). Además, en una lista de prisioneros de Nabucodonosor figura: «Yeoakin, rey del país de Judá… y los hijos de los reyes de Judá» (ANET, 308).

Nabucodonosor también nombró rey a Mattatías, tío de Joaquim, a quien se le cambió el nombre a Sedecías para mostrar su condición de vasallo. En la corte de Jerusalén seguían las disputas entre los dos bandos: los que defendían la sumisión, apoyados por Jeremías, frente a los adeptos a la rebelión. Sedecías era al principio partidario de la sumisión, pero después se comprometió en intrigas antibabilónicas. Nabucodonosor se dirigió de nuevo a Jerusalén. Mientras tanto las ciudades judías buscaban el apoyo de Egipto. En la puerta-torre de Lakis han aparecido 18 ostraka con mensajes de campaña acerca de los esfuerzos por defenderse del avance de las tropas babilónicas, hasta que éstas conquistan la fortaleza. En alguno de ellos se alude también a las relaciones con Egipto: «Tu siervo Oseas ha escrito para informar a mi Señor Yaosh: ¡Que Yahweh haga oír a mi señor noticias de paz! E ilumine, te pido, el ojo de tu siervo a propósito de una carta que enviaste a tu siervo ayer. Porque el corazón de tu siervo está abatido desde que escribiste a tu siervo y porgue mi señor ha dicho ¡Tú no sabes leer una carta! Llama a un escriba. Pero por la vida de Yahweh que nadie intentó leerme una carta. Además, cualquier carta que me llegare, si la he leído, yo puedo repetirla a la letra. Se ha informado a tu siervo diciendo: El jefe del servicio de Koniyahu, hijo de Elnatán, ha bajado a Egipto y ha enviado a Hodauryahu, hijo de Ajiyahu y sus hombres para obtener avituallamientos. En cuanto a la carta de Tobyahu, servidor del rey, que ha llegado a Shallum, hijo de Yaddua, de parte del profeta, diciendo: ¡Ten cuidado! tu siervo la ha trasmitido a mi señor» (ANET 321; SAO, 252).

Nabucodonosor puso de nuevo cerco a Jerusalén en el año 588 a.C. El asedio de Jerusalén fue temporalmente suspendido por la intervención de las tropas del faraón Jofra (Jer 37,5‑10), pero la ciudad cayó a mediados del año 587. E1 rey Sedecías huyó por el Cedrón con algunos soldados, pero fue alcanzado junto a Jericó y conducido a Riblá, donde estaba el cuartel general de Nabucodonosor. Sus hijos fueron degollados en su presencia, y después de arrancarle los ojos y encadenarlo lo llevaron a Babilonia donde murió. Un grupo importante de funcionarios de Judá fueron ajusticiados en Riblá (Jer 52,7‑11; 2 R 25,3‑7). Los babilonios decretaron una nueva deportación. El Templo fue incendiado y las murallas destruidas. Los babilonios dejaron como gobernador a Godolías, protector y amigo de Jeremías (2 R 25,22). La capital se trasladó a Mispah. Nabucodonosor premió la fidelidad de Jeremías dejándole libre de hacer lo que quisiera y proporcionándole medios de subsistencia (Jer 39,11‑14). Sin embargo, ante la inestabilidad de la situación, los que se habían unido a Jeremías tuvieron miedo a represalias de los babilonios y huyeron a Egipto, obligando al profeta a acompañarles (2 R 25,22‑26; Jer 42 y 43).

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