Sobre los diversos usos pastorales de la Biblia

1. El uso de la Biblia en la Liturgia.

Desde los comienzos de la Iglesia, la lectura de las Escrituras ha formado parte de la liturgia cristiana, parcialmente heredera de la liturgia sinagogal. Hoy, todavía, es sobre todo en la liturgia donde los cristianos entran en contacto con las Escrituras, en particular en ocasión de la celebración eucarística dominical.

2. La lectio divina.

La lectio divina es una lectura, individual o comunitaria, de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogido como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu en meditación, oración y contemplación. La preocupación de una lectura regular, más aún, cotidiana, de la Escritura, corresponde a una antigua práctica en la Iglesia.

3. En el ministerio pastoral.

Se pueden distinguir tres situaciones principales: 1) la catequesis, 2) la predicación, y 3) el apostolado bíblico.

1) La explicación de la Palabra de Dios en la catequesis, –Sacrosanctum Concilium, 35; Dirct. catec. gen., 1971, 16-, tiene como primera fuente la Sagrada Escritura, que, explicada en el contexto de la Tradición, proporciona el punto de partida, el fundamento y la norma de la enseñanza catequética. La catequesis debería introducir a una justa comprensión de la Biblia y a su lectura fructuosa, que permite descubrir la verdad divina que contiene, y que suscita una respuesta, la más generosa posible, al mensaje que Dios dirige por su palabra a la humanidad.

2) Observaciones análogas se aplican al ministerio de la predicación, que debe sacar de los textos antiguos un alimento espiritual adaptado a las necesidades actuales de la comunidad cristiana. Actualmente, este ministerio se ejerce sobre todo por la homilía, que sigue a la proclamación de la Palabra de Dios en la celebración eucarística.

3) El apostolado bíblico tiene como objetivo hacer conocer la Biblia como Palabra de Dios y fuente de vida. En primer lugar favorece la traducción de la Biblia en las diversas lenguas y la difusión de esas traducciones. Suscita y sostiene numerosas iniciativas: formación de grupos bíblicos, conferencias sobre la Biblia, semanas bíblicas, publicación de revistas y libros, etc.

4. En el ecumenismo.

Si el ecumenismo, en cuanto movimiento específico y organizado, es relativamente reciente, la idea de la unidad del pueblo de Dios, que este movimiento se propone restaurar, está profundamente enraizada en la Escritura. Tal objetivo fue la preocupación constante del Señor (Jn 10,16; 17, 11.20-23). Supone la unión de los cristianos en la fe, la esperanza y la caridad (Ef 4, 2-5), en el respeto mutuo (Flp 2, 1-5) y la solidaridad (1 Cor 12, 14-27; Rm 12, 4-5); pero también, y sobre todo, la unión orgánica a Cristo, como los sarmientos con la vid (Jn 15, 4-5), como los miembros y la cabeza (Ef 1, 22-23; 4, 12-16). Esta unión debe ser perfecta, a imagen del Padre y el Hijo (Jn 17, 11-22). La Escritura define su fundamento teológico (Ef 4, 4-6; Ga 3, 27-28). La primera comunidad apostólica es un modelo concreto y viviente (He 2, 44; 4, 32).

Puesto que la Biblia es la base común de la regla de fe, el imperativo ecuménico comporta, para todos los cristianos, una llamada apremiante a releer los textos inspirados en la docilidad al Espíritu Santo, la caridad, la sinceridad y la humildad, a meditar esos textos y a vivir de ellos, para llegar a la conversión del corazón y a la santidad de vida que, unidas a la oración por la unidad de los cristianos, son el alma de todo movimiento ecuménico (cf. Unitatis Redintegratio, 8). Habría que hacer accesible, para esto, al mayor número posible de cristianos, la adquisición de la Biblia, apoyar las traducciones ecuménicas, -ya que un texto común ayuda a una lectura y comprensión comunes-, promover grupos de oración ecuménicos, para contribuir, por un testimonio auténtico y viviente, a la realización de la unidad en la diversidad (cf. Rm 12, 4-5).

Fuente:  Documento de la Pontificia Comisión Bíblica,“La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”.

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