Comentario a Mt 28, 16-20 (Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo)

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Lecturas: vol. I (B) Aquí para leer las lecturas completas

  • Dt 4, 32-34.39-40. El Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro.
  • Sal 32. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
  • Rm 8, 14-17. Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
  • Mt 28, 16-20. Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

16Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 

  • Los once discípulos (Judas siguió su propio camino, Mt 27,5) fueron a Galilea como el ángel y Jesús les habían ordenado por medio de las mujeres (vs.7-10). Jesús quiso darles indicaciones claras a sus discípulos en Galilea. Con esto Mateo nos indica que la enseñanza del Señor resucitado no sustituye la enseñanza de Jesús de Galilea, sino que la continúa (comp. v.20a: ‘enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado’).
  • Al monte que Jesús les había indicado’: el monte no ha sido mencionado anteriormente, al menos no en los evangelios. Quizás remite a palabras o apariciones de Jesús que Mateo conoce pero que no menciona. No se dice de qué monte se trata.
  • Cfr. Volver a los comienzos (el campamento base)

17Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron

  • Al verlo, ellos se postraron‘ Cuando los discípulos vieron a Jesús cayeron de rodillas para adorarle. El postrarse aquí es más que solamente una profunda muestra de respeto. Siendo lo opuesto a dudar, aquí implica fe.
  • Los discípulos viendo a Jesús Resucitado le adoran, se postran ante El como ante Dios. Su actitud confirma lo que siempre habían tenido en su corazón: que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios (cfr Mt 16, 18; Jn 1, 49). Les sobrecoge en un primer momento el asombro y la alegría ante la maravilla que sus ojos contemplan, que parece casi imposible, si no lo estuvieran viendo. Pero era realidad, y el pasmo dejó paso a la adoración.

18Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra

18 καὶ προσελθὼν ὁ Ἰησοῦς ἐλάλησεν αὐτοῖς λέγων· ἐδόθη μοι πᾶσα ἐξουσία ἐν οὐρανῷ καὶ ἐπὶ [τῆς] γῆς. 

  • Al parecer Jesús primero se mantuvo a cierta distancia, y fue acercándose progresivamente diciendo: ‘Se me (ἐδόθη) ha dado (por Dios) todo poder (πᾶσα ἐξουσία) en el cielo y en la tierra’. Estas palabras recuerdan claramente a Dn 7,14: ‘A él se le dio poder, honor y reino. | Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. | Su poder es un poder eterno…’. Conforme a la profecía de Daniel Jesús fue enaltecido y designado como Señor y Juez del mundo (cf. Mt 16,28; Mt 24,30; Mt 26,64). Su enaltecimiento empieza ya en el momento de su resurrección.
  • También durante su vida Jesús, como Hijo del hombre, tuvo poder (cf Mt 7,29; 9,6; 21,23), pero este poder aún estaba limitado por la humillación por la que tenía que pasar (cf. Mt 26,53-54). Ahora, en cambio, empieza su ensalzamiento (Mt 11,27): se sienta a la diestra del Padre (Mt 26, 64) y recibe toda la potestad en el cielo y en la tierra.
  • El Maestro les habla con la majestad propia de Dios: se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra. La Omnipotencia, atributo exclusivo de Dios, es también atributo suyo: está confirmando la fe de los que le adoran. Y, a la vez, enseña que el poder que ellos van a recibir para realizar su misión universal, deriva del propio poder divino. Por tanto, su autoridad, recibida en orden a la salvación de los hombres, viene de Jesucristo directamente, y esta autoridad, en las cosas de fe y moral, está por encima de cualquier otra de la tierra

19Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 20enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

19 πορευθέντες οὖν μαθητεύσατε πάντα τὰ ἔθνη, βαπτίζοντες αὐτοὺς εἰς τὸ ὄνομα τοῦ πατρὸς καὶ τοῦ υἱοῦ καὶ τοῦ ἁγίου πνεύματος, 

  • Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos
    • El encargo de evangelizar (v.19) es una consecuencia de la nueva posición de Jesús en el v.18 (oun = ‘por eso, entonces. así pues’).
    • Con la glorificación y el reinado de Jesús (v.18) ahora también se cumplen entre otras profecías: que la salvación de Dios ahora es también para todas las naciones (Is 2,2-5; Miq 4,1-5; Zac 8, 20-23).
      • En el pasado los discípulos habían predicado el evangelio, pero limitándose al país judío (Mt 10,5-6). Ahora ha empezado una nueva era en que también las naciones participarán de la salvación del Mesías (cf. Mt 8,11).
    • Con el enaltecimiento de Jesús y la predicación del evangelio a los gentiles se empiezan a cumplir estas profecías del AT. Pero según la profecías eran las naciones las que vendrían a Jerusalén; sin embargo, Jesús los estaba enviando. Así pues, no resulta sorprendente que los discípulos no entendieron de inmediato estas palabras (véase Hechos).
  • bautizándolos Uno empieza a ser discípulo por el bautismo (19) y por la enseñanzaenseñándoles a guardar todo lo que os he mandado‘ (20).
  • Se trata de una enseñanza (διδάσκοντες) pero para que sea guardada (τηρεῖν), cumplida, observada. No se trata de un simple anuncio o kerigma sino de la misión de que los oyentes se hagan discípulos (μαθητεύσατε).
  • ‘En (eis = hacia, a) el nombre’ indica el propósito y la consecuencia del bautismo. Por la entrega en el bautismo uno confiesa que es propiedad de Dios (del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo). Con estas palabras, ‘en el nombre de…’, Jesús no dio una fórmula de bautizo (cf. Hch 8,16 y otros).

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

   20 διδάσκοντες αὐτοὺς τηρεῖν πάντα ὅσα ἐνετειλάμην ὑμῖν· καὶ ἰδοὺ ἐγὼ μεθ’ ὑμῶν εἰμι πάσας τὰς ἡμέρας ἕως τῆς συντελείας τοῦ αἰῶνος.

  • Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días‘ Jesús concluye su breve discurso con una promesa. Promete su presencia divina (cf. Gn 28,15; Jue 6,12; Hch 18,10; Mt 18,20). A través de estas palabras Jesús promete a sus discípulos que estará presente (cf. Jn 14,23) y que con su poder real (v.18) los protegerá (cf. Mc 16,17; Lc 10,19).
  • Hasta el fin de los tiempos’: Jesús indica así el período que va de la su resurrección hasta el fin del mundo actual con la venida del Hijo del hombre en gloria (cf. Mt 13,39; 24,3).
  • Lucas empezó su Evangelio con la idea del Enmanuel (Dios-con-nosotros; Lc 1,26; Is 7,14) y así lo termina, a modo de inclusión, haciendo ver que será siempre el Dios-con-nosotros hasta el final

Comentario espiritual

Jesús afirma que es un poder «en el cielo y en la tierra». Es sobre todo el poder de unir el cielo y la tierra. Hoy celebramos este misterio, porque cuando Jesús subió al Padre nuestra carne humana cruzó el umbral del cielo: nuestra humanidad está allí, en Dios, para siempre. Allí está nuestra confianza, porque Dios no se separará nunca del hombre. Y nos consuela saber que en Dios, con Jesús, está preparado para cada uno de nosotros un lugar: un destino de hijos resucitados nos espera y por esto vale realmente la pena vivir aquí abajo buscando las cosas de allí arriba donde se encuentra nuestro Señor (cf. Colosenses 3, 1-2). Esto es lo que ha hecho Jesús, con su poder de unir para nosotros la tierra y el cielo. (Fco)

En esta fiesta de la Ascensión, mientras dirigimos la mirada al cielo, donde Cristo ha ascendido y está sentado a la derecha del Padre, reforcemos nuestros pasos en la tierra para proseguir con entusiasmo y valentía nuestro camino, nuestra misión de testimoniar y vivir el Evangelio en todo ambiente. Somos muy conscientes de que esta no depende en primer lugar de nuestras fuerzas, de capacidades organizativas o recursos humanos. Solamente con la luz y la fuerza del Espíritu Santo nosotros podemos cumplir eficazmente nuestra misión de hacer conocer y experimentar cada vez más a los otros el amor y la ternura de Jesús. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a contemplar los bienes celestes, que el Señor nos promete, y a convertirnos en testigos cada vez más creíbles de su Resurrección, de la verdadera Vida. (Fco)

Nuestro Señor Jesucristo, al subir al cielo a los cuarenta días de su resurrección, nos encomendó su cuerpo que debía permanecer aquí abajo. (…) Estando, pues, para subir al cielo pronunció sus últimas palabras; después de estas palabras no volvió a hablar ya en la tierra. Estando para ascender la cabeza al cielo, recomendó a los miembros en la tierra (…) ¿Y de qué modo nos recomendó su cuerpo en la tierra cuando estaba para subir al cielo? (…) Ved dónde permanezco, yo que asciendo. Asciendo porque soy cabeza; permanece todavía mi cuerpo. ¿Dónde permanece? Por toda la tierra. Cuida de no herirlo, cuida de no violarlo, cuida de no pisotearlo: éstas son las últimas palabras de Cristo antes de partir para el cielo. (…) [S. Agustín de Hipona, Obispo, Sobre la Primera Carta de San Juan: Últimas palabras de Cristo antes de subir al cielo, Tratado 10, 9: SC 75, 432-436]

Anécdotas

Fuentes

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