Sentido teológico del libro de los Números

 

 

Dios aparece como el que guía a su pueblo a través del desierto, camino de la Tierra prometida. El pueblo en el desierto no es una muchedumbre informe, como cuando salió de Egipto, sino una comunidad santa, formada en virtud de la Alianza narrada al principio de este gran relato, todavía en el libro del Éxodo, que puede ser detalladamente censada. El desierto es un lugar de paso, lleno de dificultades, ante las que el pueblo experimenta la tentación del desánimo, y la rebeldía contra Dios que les ha llevado allí; pero también conoce el perdón y la misericordia divinas. A pesar de la actitud rebelde del pueblo, Dios lleva a cabo sus designios de conducirlo hasta la tierra de Canaán. La presencia misteriosa de Dios en medio de su pueblo, mientras éste va peregrinando, está simbolizada en la Nube. También es la Nube la que marca el camino a seguir. Es Dios mismo quien conduce a su pueblo de una parte a otra, por donde El quiere, aunque el pueblo no comprenda a veces la razón de tales caminos. Testimonio del reconocimiento de la presencia divina son la Tienda reservada al encuentro con Dios y el Arca de la Alianza, donde se guardan las tablas de la Ley. Ambas cosas constituyen el centro en torno al que se monta el campamento y en torno al que gira la vida del pueblo.
Pero Dios se manifiesta también a través de los acontecimientos: castigando, en aquellos que son adversos (como plagas, fuego, derrotas, etc.) y perdonando y salvando en aquellos que son favorables (agua, alimentos, curación, victorias sobre los enemigos, etc.). Dios exige del pueblo una docilidad a sus proyectos que el pueblo normalmente no presta. A pesar de todo, Dios le lleva adelante. Es más, las mismas protestas del pueblo son ocasión para que Dios manifieste su santidad y su gloria, no sólo mediante el castigo, sino sobre todo mediante la concesión de nuevos dones: el agua de la roca, las codornices, la participación del espíritu a los setenta ancianos, la serpiente de bronce, etc. En el desierto Dios va purificando a su pueblo mediante pruebas sucesivas. Son las dificultades externas con que se encuentran, y que normalmente no superan, sino que les llevan a la protesta y la rebelión. El castigo posterior tiene también un sentido purificador y se orienta a la conversión. Toda la generación que salió de Egipto, incluidos Moisés y Aarón, ha sido rebelde. De ahí que Dios lleve a cabo una purificación del pueblo, antes de introducirlo en la Tierra prometida, haciendo que aquella generación muera en el desierto; pero no destruye al pueblo. El pueblo que entrará en la Tierra es un pueblo renovado. Dios cuida al pueblo y le guía, no sólo en el camino a recorrer, sino en su forma de vivir y servirle, mediante intermediarios que El mismo legitima. Son Moisés, como jefe de la comunidad, y Aarón como sacerdote. Y como éstos han de morir en el desierto, Dios mismo señala y consagra a los sucesores: Josué y Eleazar. También éstos representan al Señor.

El tiempo de estancia y peregrinación por el desierto pervivió en la memoria de Israel como una época dorada de relación con Dios, en contraposición al aburguesamiento y relajación que se produjeron en época posterior de la monarquía. Los profetas recordarán aquellos cuarenta años como un tiempo de culto sincero a Dios, aunque tal culto fuera pobre y sin el esplendor que alcanzó posteriormente (Cf. Os 5,25). También los Salmos cantarán las maravillas que Dios hizo en el desierto, resaltando, sobre todo, el hecho de que Dios, por su misericordia, no destruyó a su pueblo a pesar de sus reiteradas rebeldías (Cf. Sal 78,15‑24;106,7‑11 y Sal 95,7‑11). Sobre la base de estos recuerdos en la memoria de Israel, las tradiciones del desierto vienen a dar un sentido a la peregrinación del pueblo de Dios a través de su historia. En ella se dan constantemente, en efecto, los factores que aparecen en estos relatos: la esperanza de una situación mejor, o la instauración del Reino de Dios, las pruebas e infidelidad del pueblo, así como el servicio cultual a su Dios, y, por encima de todo, la misericordia divina que constantemente llama a conversión, y que, a pesar de las claudicaciones humanas, llevará a cabo sus designios.

5 comentarios sobre “Sentido teológico del libro de los Números

  1. ESTABA EQUIVOCADO AL PENSAR QUE NÚMEROS ERA SÓLO UN LIBRO DE CUENTAS Y CONTABILIDAD, PERO LEYENDO LO ANTERIOR ME DOY CUENTA QUE EL PADRE CREADOR MUESTRÓ, MUESTRA Y MOSTRARÁ SU MISERICORDIOSO AMOR HACIA SU CREACIÓN, ESPECIALMENTE A NOSOTROS LOS SERES HUMANOS, ES TAL EL AMOR DE ÉL QUE QUISO SER UNO DE NOSOTROS. ÉL AMA NUESTRA CARNE, AUNQUE ESTÉ CONSTITUIDA DEL POLVO DE LA TIERRA.

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