La “Teología como historia de la salvación”

Western Wall prayer area filled during Sukkot, tb1009069569– La “Teología como historia de la salvación” no es una visión teológica de la historia sino un planteamiento de la misma Teología que intenta poner de relieve la importancia reveladora de los hechos de la historia de la salvación, junto con la palabra de Dios. Este planteamiento podría también llamarse “Teología de la Historia”, como hacen algunos autores, tomando esta expresión en un sentido diverso del que decíamos antes. P.ej., según Danielou, la “Teología de la Historia” estudia las constantes inmutables del obrar divino en la historia y el sentido del tiempo en la vida del hombre. Cfr. J. DANIÉLOU, “Geschichtstheologie (I)”, en AA.VV., Lexikon für Thelogie und Kirche, cit., vol. IV, col. 793.

Existen enfoques diversos de la “Teología como historia de la salvación”, según la base filosófica empleada y concretamente según como se entienda la relación entre ser y tiempo. Hay autores que, usando la metafísica de Heidegger, introducen la temporalidad en la noción de ser y la historia en Dios (no sólo a Dios en la historia). Recuérdese en esta línea la afirmación de Rahner según la cual «la Trinidad inmanente es la trinidad económica y viceversa». El “viceversa” parece implicar, en línea de principio –hay matices en los que aquí no nos podemos detener–, que la historia de la salvación es constitutiva del Ser divino, toda vez que Dios ha creado.

La enseñanza que presentamos en esta entrado no puede situarse en ese marco. La metafísica tomista que está en su base difiere de la heideggeriana en puntos capitales, entre ellos en la concepción del tiempo. Como explica Luis Romera, en el hombre es preciso distinguir entre su “identidad constitutiva” (esencial) y su “identidad constituida” (su ser biográfico); el hombre configura ésta última en el tiempo, a través de sus decisiones libres; pero sólo si «corresponde a la finalidad a la que apunta su identidad constitutiva (esencial), el hombre llega a su plenitud; en el caso contrario, acaba en la negación de sí, en la alienación»[630]. La temporalidad implica también que el hombre existe en un contexto que hereda y que él mismo contribuye a configurar. Este contexto histórico influye en su identidad constituida, y por eso el hombre es un ser histórico. Pero no basta, para saber quién es el hombre, conocer su identidad constituida por lo que él ha creado en la historia y en su propia biografía. Hace falta conocer su identidad esencial:

«Sólo en la medida en que el hombre desentrañe su núcleo ontológico constitutivo, alcanza el conocimiento de quién es. Desde la comprensión de su ser constitutivo y de la finalidad que implica, será capaz de orientar su existencia según su identidad, evitando el peligro de la alienación». Nos parece que este planteamiento, en el que no hay una temporalización del ser pero se reconoce el papel del tiempo y de la historia en el desarrollo del ser personal, es una base adecuada para la enseñanza de Josemaría Escrivá de Balaguer.

El renovado interés por la Teología como historia de la salvación en el siglo XX deriva principalmente de dos motivos. El primero es la reacción a la“desmitologización” de Bultmann que veía en cuanto hay de sobrenatural e histórico en la Revelación una envoltura mitológica de la que sería preciso deshacerse para conocer lo que la Revelación transmite. A esta posición se opuso O. CULLMANN, en el ámbito protestante, defendiendo el carácter histórico de la revelación cristiana (cfr. Christus und die Zeit, Zürich 1945, 238 pp.). En campo católico la cuestión de la Teología de la historia, en general, ha sido tratada profundamente por diversos autores como H.U. VON BALTHASAR, Theologie der Geschichte, Einsiedeln 1950, 64 pp.; J. MOUROUX, Le mystère du temps: approche théologique, Paris 1960, 202 pp.; J. PIEPER, Über das Ende der Zeit, München 1950, 191 pp.; H.-I. MARROU, Théologie de l’histoire, Paris 1968, 189 pp.

Según diversos autores, el interés moderno por el planteamiento de la Teología como historia de la salvación deriva en buena parte del desarrollo de la teología del laicado como respuesta al proceso moderno de secularización y a la acusación de que la tradición espiritual católica se despreocupa de la historia y del progreso. Esta óptica proporciona una buena base para impulsar la contemplación de Dios en los pequeños y grandes eventos de la biografía personal y para comprender la importancia que reviste para la vida espiritual el empeño de edificar cristianamente la sociedad en la historia.

Lógicamente, esta perspectiva sólo podrá servir para comprender sus enseñanzas si no se desvirtúa. Cabe, en efecto, el peligro de que, al acentuar la importancia reveladora de la historia para evitar un cierto “ontologismo” en la formulación de las nociones teológicas, se caiga en una visión “historicista” del dogma: no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador. Se propone así una correcta interrelación de lo perenne y lo temporal en la vida cristiana.

Continúa en: abrir los tiempos a la luz del Salvador” o edificar cristianamente la historia.

Fuente:  ERNST BURKHART – JAVIER LÓPEZ, en Vida cotifana y santidad en la enseñanza de san Josemaría, Tomo I, Rialp, 2010

Bibliografía:

  • J. FEINER – M. LÖHRER, Mysterium salutis: Grundriss heilsgeschichtlicher Dogmatik, 6 vols., Einsiedeln 1965-1981.
  • K. RAHNER, La Trinità, Brescia 1998, p. 30. Cfr. ID., Il Dio trinitario come fondamento originario e trascendente della storia della salvezza, en J. FEINER – M. LÖHRER (dir.), Mysterium salutis, v. III, Brescia 1971, pp. 401-507.
  • C. FABRO, Il ritorno al fondamento. Contributo per un confronto fra l’ontologia di Heidegger e la metafisica di San Tommaso, en “Scripta Theologica” 6 (1974) 93-109.
  •  L. ROMERA, Finitud y trascendencia. La existencia humana ante la religión, “Cuadernos de Anuario Filosófico” nº 167, Pamplona 2004, p. 129.
  • C. VAGAGGINI, Storia della salvezza, en G. BARBAGLIO – S. DIANICH (dir.), Nuovo Dizionario di Teologia, Alba 1977, pp. 1559-1582.

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