Evangelio según san Juan [Repaso]

En blog tenemos ya una página dedicada al Corpus Joánico y Cartas Católicas. Al propio Evangelio de Juan ya le hemos dedicado varias entradas. Pero en esta ocasión, queremos hacer un resumen a modo de Repaso [cf. categoría de «Repasos«]. 

Autor

Es uno de los testimonios más tempranos que tenemos de la vida de Jesús. Al final del libro se nos dice que fue escrito por uno de los discípulos más cercanos de Jesús: el discípulo al que Jesús amaba (cfr. Jn 13,23; 19,34-37; 20,2). Existe algo de debate respecto a si es Juan, el hijo de Zebedeo, es decir, uno de los doce apóstoles u otro Juan diferente, que vivió en Jerusalén y después fue conocido en la Iglesia como Juan “el presbítero” [anciano]. Lo verdaderamente importante es que el libro incorpora un testimonio ocular de primera mano y que la Tradición ha considerado que el autor de este evangelio es el apóstol San Juan. 

Propósito del Evangelio

Este Evangelio ha sido diseñado brillantemente y con un propósito claro que se declara hacia el final del libro: “esta historia se ha escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que al creer tengáis vida en su nombre” (Jn 20,31). Juan cree que Jesús está vivo, es real y puede cambiar tu vida para siempre.

Estructura general del Evangelio de San Juan

El diseño de este libro es realmente genial. Lo vamos a dividir en dos partes cap. 1-12 y cap. 13-21.

  • La primera mitad [cap. 1-12]. Esta primera parte se abre con: [1] un poema introductorio y [2] una historia corta, que es seguida por [3] un gran bloque de historias acerca de Jesús haciendo señales milagrosas que generan cada vez más controversia. Todo esto culmina en su señal más grande: la resurrección de Lázaro, la cual provoca la controversia más grande donde los líderes de Israel deciden matar a Jesús. Esto nos lleva a la segunda mitad del libro.
  • Segunda mitad [cap. 13-21]. Estos capítulos se centran en los últimos momentos de la vida de Jesús. Desde su última noche con los discípulos y sus últimas palabras. Seguido de su arresto, juicio, pasión, muerte y resurrección. 
  • Epílogo. Finalmente, el libro concluye con un epílogo al que dedicaremos también un poco de atención.

PRIMERA PARTE [cap. 1-12]

Prólogo de San Juan [cap. 1]

Como ya hemos dicho el Evangelio se inicia con un prólogo o inicio que lo podemos dividir en dos partes. 

[a] La primera parte es un poema que contiene tres ideas importantes. Comienza así: «en el principio ya existía el Verbo”, es una clara alusión a Génesis 1, cuando Dios creó todo a través de su Palabra. Ahora, aquella Palabra creadora, se ha encarnado en Jesucristo; Él, Jesús, es la encarnación de la Palabra. En efecto, Juan dice primero que el Verbo estaba con Dios, y aclara, el Verbo era Dios. Es una referencia clara sobre la divinidad del Verbo. Tras esta declaración, se nos dice más adelante que (1) este Verbo divino se hizo hombre en Jesús, y así declara la divinidad de Jesucristo. (2) Después Juan relaciona la figura de Jesucristo con las historias del Éxodo (cap. 33-34), diciendo que Jesús es como el tabernáculo de Dios entre nosotros; que la gloriosa presencia divina que estaba sobre el arca del pacto, se ha hecho humana en Jesús. Con lo que llegamos a su (3) última declaración: que el único y verdadero Dios de Israel [Dios Padre], nos ha enviado a su Hijo para que por medio de su encarnación nos revele al Padre.

[b] Mientras consideramos estas asombrosas declaraciones, en la segunda parte, empezamos a escuchar una historia acerca de (1) cómo fue el primer encuentro de San Juan Bautista con Jesús; y luego de (2) cómo otras personas fueron también a encontrarse con él y terminaron haciéndose discípulos suyos. (3) Y cómo -cada una de estas personas-, al encontrarse con Jesús, van declarando en voz alta quién piensan ellos que es Él. En este capítulo se le da a Jesús siete títulos. Esto nos avisa ya de la predilección de San Juan por el número siete, y del diseño que seguirá en su Evangelio. 

En este Prólogo Juan declara que [1] Jesús de Nazaret (1,45), el hijo de José es verdadero hombre y [2] verdadero Hijo de Dios; [3] que es el Rey mesiánico (1,41); [4] y el Maestro, el Rabí de Israel (1,38); [5] el Cordero de Dios (1,36); [6] el Hijo del Hombre (1,51) que como Hijo de Dios morirá por los pecados del mundo. Todas estas afirmaciones son muy asombrosas, en cuanto referidas a una sola persona.

Las siete señales milagrosas y controversias [cap. 2-12]

A partir de aquí Juan va a respaldar todas sus afirmaciones, por medio de las historias de los capítulos del 2 al 12. Todas tienen el mismo patrón básico: [1] Jesús hace una señal o alguna declaración acerca de sí mismo; [2] lo cual genera malentendidos y controversias; y de este modo [3] al final de cada historia los lectores se ven obligados a tomar una decisión sobre quién creen ellos que es Jesús. Este apartado lo dividiremos en dos secciones:

Primera sección (cap. 2-4): dedicado a 4 instituciones importantes

En la primera sección se muestra a Jesús enfrentándose a cuatro instituciones clásicas judías. Y en cada caso, Jesús muestra que él es la realidad última a la que esas instituciones señalaban.

[1] Jesús en la boda de Caná (2,1-12). Jesús está en una boda y el vino se termina y Jesús convierte unas grandes vasijas de agua (como 450 litros en total) en el mejor de los vinos; y el mayordomo le dice al novio “guardaste el mejor vino para el final”. Juan le llama a esto la primera señal milagrosa de Jesús, en otras palabras, es un símbolo que revela algo acerca de Jesús, justo como lo había profetizado Isaías de que el reino mesiánico sería como una gran fiesta con gran cantidad de buen vino. Esta primera señal milagrosa revela la sobreabundancia en el reino de Jesús de lo que faltaba (algo tan esencial como el Espíritu Santo). 

[2] Jesús purifica el Templo (2,13-25). Después Jesús se dirige al Templo de Jerusalén, el lugar donde el cielo y la tierra, se supone, deben unirse, y donde estaba profetizado que Dios se encontraría con su pueblo. Y Jesús ejerce su autoridad en el Templo, expulsando a todos los cambistas, deteniendo las ofrendas de sacrificio. Y cuando los sacerdotes del Templo lo amenazan, él dice: “destruid este Templo y en tres días lo levantaré”. San Juan dice que Jesús estaba hablando del Templo de su cuerpo y declarando que su muerte sacrificial será en adelante el lugar donde el cielo y la tierra se unirán verdaderamente. Su cuerpo, será martirizado, era la realidad hacia la que el edificio del Templo apuntaba.

[3] La conversación con Nicodemo (cap. 3). Luego Jesús tiene una conversación durante toda la noche con un rabino judío llamado Nicodemo que piensa que Jesús es igual que él, otro maestro para Israel, pero Jesús dice que Israel necesita mucho más que un simple maestro con un mensaje novedoso. Israel necesita un nuevo corazón para una nueva vida: nadie puede experimentar el reino de Dios sin haber nacido de nuevo. Jesús le plantea a Nicodemo nacer de nuevo para una vida nueva. Y, a pesar del pecado del mundo, y como él sabe que su Padre Dios ama al mundo, él ha venido para ofrecer ese nuevo nacimiento, esa nueva oportunidad de vivir.

[4] La samaritana (4,1-42). Desde aquí Jesús viaja al norte y termina en un pozo sagrado conversando con una mujer samaritana, es decir, no judía. Empiezan a hablar acerca del agua del pozo, oportunidad que Jesús aprovecha para hacer una metáfora acerca de sí mismo: él ha venido para traer un agua viva, capaz de transformarse en una fuente de vida eterna. Con esto San Juan se está refiriendo a una nueva calidad de vida; una que está llena del amor eterno de Dios y es una vida que puede empezar ya ahora y continuar hacia el futuro: hasta la vida eterna. Está pues hablando de la vida de Gracia.

Aquí tenemos la segunda señal, según indica el mismo san Juan, cuando Jesús cura milagrosamente al hijo del oficial (4,43-54)

Segunda sección (cap. 5-10): dedicado a 4 fiestas judías importantes

Después de esto Juan ha diseñado otra colección de historias que tuvieron lugar durante cuatro de los días sagrados judíos o fiestas. Y de nuevo Jesús utilizará imágenes relacionadas ahora con las fiestas para hacer declaraciones acerca de sí mismo. 

[5] Jesús sana al paralítico en Betesda (cap. 5). Primero Jesús sana a un hombre paralítico en sábado [sabbath o día de reposo], es la tercer señal. Lo que desata una controversia con los líderes judíos sobre el mandamiento de no trabajar en el día de reposo; a lo que Jesús responde diciendo que su Padre es el que está trabajando en Él, y que si su Padre trabaja en el día de reposo, pues que él también trabaja. Ellos entienden lo que Jesús estaba diciendo: estaba llamando a Dios su Padre, es decir, haciéndose igual a Dios; así que quieren apedrearlo. 

[6] Jesús alimenta a cinco mil (cap. 6). Es la cuarta señal. La siguiente historia tiene lugar durante la fiesta de Pascua, fiesta en la que rememoraba la historia del Éxodo en la cena simbólica del cordero, el pan y el vino. Y Jesús milagrosamente provee comida para una multitud de miles de personas. Poco después la gente le pide más pan y entonces Jesús declara que él es el verdadero pan y que si ellos le comen (su cuerpo) no morirán, sino que participarán de la vida eterna. Esto les escandaliza y muchos discípulos dejan de seguirlo.

[7] Durante la fiesta de los tabernáculos (cap 7-10). Después de esto hay un bloque de historias ambientadas en Jerusalén durante la fiesta de los Tabernáculos, en la que se recordaba la historia de Israel por el desierto mientras Dios los guiaba con la columna de nube y fuego y les daba agua en el desierto y, en ese momento, Jesús se levanta en los atrios del templo y exclama: si alguno tiene sed venga a mí y beba (7,37). Y poco después él afirma: yo soy la luz del mundo (8,12), es decir, que él es la presencia iluminadora de Dios y el regalo de vida de Dios para su pueblo. Y algunos le creen y le siguen, otros se escandalizan y se apartan, pero otros tratan de matarlo por estas afirmaciones. 

Aquí ocurre la quinta señal, cuando Jesús cura al ciego de nacimiento (Jn 9,1-12).

[8] Durante la Janucá o fiesta de la Dedicación del Templo (10,22ss). Por último, en la fiesta de la Janucá, en la que se celebraba la dedicación o consagración del Templo por Judas Macabeo tras la expulsión de los ídolos que habían introducido los griegos, Jesús se dirige al Templo y dice que él es aquel que Dios ha consagrado como el santo y qué es el verdadero Templo donde la presencia del Dios mora. Y vuelve a decir: el Padre y Yo somos uno (10,30), lo cual enfurece tanto a los líderes de Israel que empiezan a trabajar en un plan para matar a Jesús, así que él se aparta de la ciudad.

La muerte y resurrección de Lázaro (cp. 11-12). Es la sesta señal.

Todos estos conflictos culminan en una última señal milagrosa. Jesús se entera de que su querido amigo Lázaro está enfermo pero como vive cerca de Jerusalén, podría tratarse de una trampa mortal para Jesús. Podía haberse quedado lejos, y no arriesgar su propia vida, pero él ama a lázaro, así que cuando Lázaro muere, decide ir allí, resucitarlo, haciéndole salir vivo de la tumba, y sabiendo que todo esto le costará su vida. Como así fue, pues las noticias de esta maravillosa señal se esparcieron rápidamente y -justo como Jesús sabía que sucedería-, los líderes de Jerusalén, al enterarse de lo sucedido, empezaron a conspirar el plan definitivo que terminó con su vida. 

Así que, después de todo esto, sabiendo Jesús que estaba en sus últimos días, organiza su entrada triunfal en Jerusalén como el Rey-Mesías de Israel, que fue rechazada por sus líderes como era de esperar.

Hasta aquí la primera mitad. Juan termina esta primera parte con una hermosa señal: Jesús entregando su vida como un acto de amor por su amigo. Es una señal que apunta hacia la Cruz, que veremos a continuación. 

Resumiendo esta primera parte. Vemos que Juan escribió este libro para declarar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, el Verbo Encarnado y la Gloriosa Presencia de Dios entre nosotros, que ha venido para revelarnos quién es verdaderamente Dios. Hemos visto como se muestra todo esto por medio del diseño. La primera mitad del libro con señales milagrosas y declaraciones grandiosas acerca de sí mismo, de que él es la realidad a la que toda la historia de Israel apuntaba. Sin embargo, todo esto generará controversias y los líderes judíos confrontan a Jesús por todas estas declaraciones y todo lo cual culmina con Jesús entregando su vida para resucitar a su amigo Lázaro. En efecto, al acercarse a Jerusalén para resucitar a Lázaro Jesús selló su destino. 

SEGUNDA PARTE [Cap. 13-21]

Una vez que el complot para asesinar a Jesús ha sido puesto en marcha comienza la segunda mitad del libro. La dividiremos en dos partes: (1) Última Cena y Palabras de despedida [cap. 13-17]; y (2) Pasión, muerte y resurrección de Jesús [cap. 18-20]

  1. Cena y Palabras de despedida [cap. 13-18]

El comienzo de esta parte está enfocado claramente hacia la última cena y las palabras de despedida de Jesús a los discípulos. 

  • (1) Mientras intenta prepararlos para su inminente muerte, Jesús hace algo asombroso: toma el rol de un sirviente común, arrodillándose para lavar los pies sucios de los discípulos; algo que en su cultura un rabí jamás haría por sus discípulos. Y Jesús dice que este es un símbolo del propósito de toda su vida: revelar la verdadera naturaleza de Dios como un ser de amor sacrificial; y también como un símbolo de lo que Jesús está a punto de hacer al convertirse en un siervo y entregar su vida muriendo por los pecados del mundo. 
  • (2) Esta acción de servicio, le lleva a su gran y nuevo mandamiento para sus discípulos: deben imitarle, amándose los unos a los otros como él los amó (13,34). Los actos de generosidad amorosa será la marca distintiva de sus discípulos. Esto es lo que mostrará al mundo quién es Jesús y, por tanto, quién es Dios.
  • (3) Luego viene el Discurso de despedida. Comienza ahora Jesús un largo discurso que concluye con una oración. Todo el conjunto es unificado por algunos temas recurrentes. Jesús dice una y otra vez: 
    • (1) Que él se irá -lo cual entristece a los discípulos-, pero Jesús les dice que es lo mejor porque eso significa que él enviará al Espíritu Santo -llamado El Consolador-. En efecto, como hombre, Jesús solo puede estar en un lugar a la vez, sin embargo el Espíritu hará que la presencia divina y personal de Jesús esté en cualquier lugar y en cualquier momento. Además Jesús les dice que el Espíritu les instruirá. 
    • (2) Les recuerda que la relación con Dios se funda en esa relación de amor única entre el Padre y el Hijo. Jesús les dice que el Espíritu es esa presencia Personal de Amor que vendrá a vivir en ellos y que los atraerá hacia el amor entre el Padre y el Hijo. 
    • (3) Jesús insiste en que sus discípulos son aquellos que permanecen en ese amor divino, así como los sarmientos están unidos a la vid. Jesús está describiendo cómo el amor personal de Dios puede permear la vida de una persona sanándola, transformándola y renovandola. 
    • (4) Y hay más, el Espíritu también dará a los seguidores de Jesús la fuerza necesaria para que puedan llevar a cabo su misión en el mundo, es decir: a) para cumplir el gran mandamiento de amar a otros, a través de actos radicales de servicio; y b) para llevar a los demás el testimonio de la verdad, es decir, poniendo en evidencia los modos egoístas y pecaminosos de tratarnos los unos a los otros; y c) para declarar que -en Jesús-, Dios salvó al mundo porque lo ama; y nos ha abierto un nuevo camino para hacernos hijos de Dios.
    • (5) Finalmente, Jesús predice que habrá oposición justo como los líderes judíos lo rechazaron a él sus seguidores serán perseguidos. Pero les dice que no han de temer porque él ya ha conquistado y vencido al mundo.

Ahora bien, ¿qué quiere decir Jesús cuando dice que ha vencido al mundo? Él no lo aclara, pero esto nos lleva a la siguiente sección del libro donde San Juan nos muestra de qué tipo de victoria nos está hablando Jesús y aportará la prueba, la séptima y defiinitiva señal de tal afirmación.

Pasión, Muerte y Resurección de Jesús [18-20]

  • Arresto. Los líderes judíos enviaron gente a donde estaban Jesús y sus discípulos, para arrestar a Jesús, y cuando ellos preguntan: ¿quién de ellos es Jesús? Él declara: yo soy, y ellos caen de espaldas. Esto es brillante de parte de San Juan; estas palabras son, de algún modo, la culminación de dos grupos de siete ocasiones en las que Jesús ha usado esa misma frase, y todo esto resalta cada una de las declaraciones centrales de San Juan acerca de Jesús. 
    • Las palabras: Yo soy [griego = ego eimi] son la traducción del griego al hebreo del nombre personal del Dios del Pacto, que le reveló a Moisés en Ex 3,14 [Yahvéh; cf también Is en 43,10; 46,9; etc]. Juan ha colocado estratégicamente siete momentos en su narración donde Jesús dice yo soy, seguido de alguna declaración asombrosa: 1. yo soy el pan de vida [6,35]; 2. yo soy la luz del mundo [8,12]; 3. la puerta de las ovejas [10,7]; 4. el buen pastor [10,11]; 5. la resurrección [11,25]; 6. el camino, la verdad y la vida [14,6]; 7. la vid verdadera [15,1]. Juan también ha diseñado otras siete historias, que tienen momentos claves donde Jesús dice tan solo: yo soy, haciendo eco de este nombre divino [cf. 4,14; 6,20; 8,24; 8,28; 8,58; 13,19; y con esta última ocasión 18,5 terminaría su otro grupo de 7 veces. Así que, aquí, precisamente mientras Jesús es arrestado, llegamos a un irónico clímax de todas estas ocasiones, porque Jesús revela su nombre divino, su poder y su victoria, precisamente en el momento que está entregando su vida.
  • Pasión y Muerte. Después de esto Jesús es sometido a juicio por sus dos grandes declaraciones, acerca de ser: (1) el Hijo de Dios y (2) el Rey de Israel. Primero es llevado delante del sumo sacerdote. Y después es llevado al gobernador romano Poncio Pilatos, quien tiene que tomar seriamente a cualquiera que sea acusado de llamarse «el Rey de Israel». Jesús le dice a Pilatos: mi Reino no es de este mundo, es decir, que en efecto, él es Rey; pero que el sistema de valores de su Reino es radicalmente diferente al que tiene el mundo. Su redefinición del poder y la grandeza del Reino, como algo que no procede de este mundo, sino que proceden del carácter de Dios, y que Jesús ha revelado a través de su Reino, que opera justo al revés que los otros reinos. Un Reino que tiene su trono en la Cruz: porque es el lugar donde -el verdadero Rey del mundo- conquista y vence al pecado y la maldad. Al dejar que éstos lo golpeen, Jesús obtiene la victoria sobre el mundo a través de un acto de amor sacrificial.
  • Resurrección. Después de esto el cuerpo de Jesús es colocado en una tumba, que posteriormente es sellada. Y en el primer día de la semana, María Magdalena, y luego el resto de los discípulos, descubren que la tumba está extrañamente abierta y vacía. Luego Maria, de repente, se encuentra con Jesús: él está vivo, ha resucitado de entre los muertos. Y ahora es cuando la resurrección de Jesús se conecta con el otro patrón del evangelio de san Juan: el de las señales. Recordemos: (1 señal) La boda en Caná [cap. 2], cuando Jesús convirtió el agua en vino, Juan nos dijo que esa era la primera señal de Jesús; (2 señal) Juan nos avisa de la segunda señal en la curación a distancia del hijo del oficial [cap. 4]. Luego, Juan ya no sigue la cuenta, pero si la seguimos nosotros tendríamos: (3 señal) cuando Jesús sana al paralítico de la piscina Betzata [cap. 5]; (4 señal) luego la multiplicación de los panes para 5000 [cap. 6]; (5 señal) es la curación del ciego de nacimiento [cap. 9]. Y fijate ahora que la 6 señal es precisamente la resurrección de Lázaro [cap. 11], la cual Jesús hizo a costa de su propia vida. Pero faltaba la séptima. Y ahora nos damos cuenta de que todas las señales apuntaban hacia esta séptima señal, la más grande de todas, la culminación de la historia: la propia resurrección de Jesús. Con esta señal se demuestra: la declaración de Jesús de que es el Hijo de Dios, el autor de toda vida, y cuyo amor ha vencido a la misma muerte y al mundo.
  • El envío del Espíritu Santo. Después de la tumba vacía Jesús se reúne con todos los discípulos y los envía, tras recibir el Espíritu Santo prometido, a la misión que él recibió de su Padre, y así pueda continuar a través de ellos.

EPÍLOGO

Después de esto, el libro concluye con un epílogo, que describe cómo continúa la misión en el mundo que Jesús ha encargado a los discípulos. Algunos de ellos están pescando, y no están capturando nada. Entonces Jesús se les aparece en la orilla, pero ellos no lo reconocen; y él les dice que echen su red al otro lado de la barca, y cuando le obedecen, capturan muchos peces, y es -solo entonces-, que le reconocen como Jesús. Aquí Jesús nos está ofreciendo una imagen del discipulado, según la cual se nos dice que seremos eficaces en el mundo, cuando sepamos descubrirle en el trabajo [es el Señor], y al escuchar la voz de Jesús y obedecerle, será cuando verdaderamente le veremos obrando en nuestras vidas. Después de esto, Jesús habla con Pedro y le encarga liderar como Cabeza de los Apóstoles a los discípulos, advirtiéndole que él también, un día, dará su vida por Él. Pero, en vez de centrarse en Pedro, los últimos versículos, se dirigen al autor de este evangelio: el discípulo al que Jesús amaba, que a diferencia de Pedro, su trabajo no será dirigir, sino dedicar su larga vida a llevar el testimonio de Jesús para que otros crean en él. Y eso es justamente lo que ha hecho, al escribir esta asombrosa historia acerca de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios… Y de esto es de lo que trata el Evangelio de San Juan.

Recursos

Imagen para el estudio (ampliar aquí)

Vídeo Complementario

BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL TEMA:

1. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

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2. COMENTARIOS:

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