Apocalipsis o Revelación de Jesucristo [Repaso]

En blog tenemos una página dedicada al Corpus Joánico. Allí dedicamos ya varias entradas al Apocalipsis [género apocalíptico, el libro en sí, su teología, la Mujer cap.12]. Pero en esta ocasión, lo que queremos hacer una breve visión de conjunto a modo de Repaso [cf. categoría de “Repasos: Corpus Ioanneum“]. 

Autor

El autor de este libro, según aparece nombrado al principio es Juan [1,1]. Este Juan podría referirse al discípulo amado que escribió el Evangelio y las Cartas de San Juan; o podría ser un Juan diferente: un judío mesiánico que viajaba enseñando en la Iglesia primitiva. Nosotros, teniendo en cuenta a la Tradición, vamos a optar por San Juan evangelista.

Género Apocalíptico

Juan quiere dejar claro desde el párrafo introductorio qué clase del libro ha escrito [1,1-3]: 

  • Lo titula: Revelación o Apocalipsis [1,1a]. La palabra griega es αποκαλυψις = apocalipsis, y se refiere a un tipo de literatura muy conocida para los lectores de San Juan, debido a las escrituras hebreas y a otros textos judíos populares [Ezequiel, Daniel, 4 Esdras, 1 Enoc]. El género apocalíptico registran los sueños y visiones simbólicas del profeta, los cuales revelan la perspectiva celestial de Dios en la historia y en los eventos actuales; de modo que el presente puede ser interpretado a la luz del resultado final de la historia. 
  • Juan dice también que este Apocalipsis es una profecía [1,3], es decir, que se trata de una palabra procedente de Dios y para el pueblo de Dios; hablada a través de un profeta para advertirles o para consolarlos en un tiempo de crisis. Al llamar a este libro una profecía, Juan está diciendo que su libro está en continuidad con la tradición de los profetas bíblicos, y que su mensaje es, de algún modo, como la culminación.

Destinatarios del libro

Esta profecía apocalíptica estaba dirigida a personas reales, a quienes Juan conocía. El libro empieza [1,4] y concluye [22,21] como una Carta circular que fue enviada a siete Iglesias en la antigua provincia romana de Asia. 

El siete es un número lleno de significado para San Juan. Es un símbolo de plenitud, basado en los siete días del ciclo del sábado en el Antiguo Testamento; y Juan a entretejido el número siete en cada parte de este libro. 

Con esta introducción San Juan nos da una guía clara acerca de cómo quiere que entendamos este libro:

  • La apocalíptica judía se comunica a través de imágenes simbólicas y números. No se trata de un código secreto que predice la fecha del fin del mundo, más bien Juan está usando constantemente estos símbolos extraídos del Antiguo Testamento y espera que sus lectores sepan descubrir lo que significan estos símbolos, al ir a buscar y releer los textos a los que están aludiendo.
  • Además el hecho de que es una Carta significa que Juan. en realidad, está abordando la situación específica de aquellas iglesias del siglo I. Así que, aunque este libro tiene mucho que decir a los cristianos de generaciones posteriores, el mensaje de este libro debe primero ser anclado en el contexto histórico del tiempo, lugar y audiencia de San Juan.

Tras esta introducción comenzamos ya con la estructura literaria del libro.

Estructura literaria

El libro tiene 2 grandes secciones. En la primera se describe un mensaje (cap. 1-11) y en la segunda una batalla (cap. 12-22). Pero por motivos pedagógicos vamos a distribuir el contenido en 9 partes. Empezamos

Primera sección del libro: El mensaje (cap. 1-11) 

Parte 1. El mensaje de Jesús a las siete iglesias [cap. 1-3]

Juan estaba exiliado en la isla de Patmos y vio una visión de Jesús resucitado y exaltado como el Rey del mundo, el cual estaba de pie entre siete candeleros. Y se le dice a Juan que este es un símbolo de las siete iglesias de Asia Menor [Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea]; el cual ha sido adaptado del libro del profeta Zacarías [cap. 4]. 

Jesús empieza a abordar los problemas específicos que cada iglesia enfrenta. Algunas serán apáticas por su prosperidad y su influencia. Otras estaban moralmente corrompidas sus miembros todavía estaban comiendo comidas provenientes de rituales paganos y teniendo sexo casual en los templos paganos. Pero en otras de las iglesias sus miembros permanecieron fieles a Jesús, y estaban sufriendo acoso y hasta persecución violenta. Y Jesús advierte que las cosas se van a poner peores [2,9-10]. Se trata de una tribulación que viene sobre las iglesias, y que las obligará a elegir entre: (1) la transigencia o (2) la fidelidad

Para el tiempo de San Juan, el martirio de cristianos por parte del emperador romano Nerón ya había pasado, y probablemente estaba en marcha la persecución por parte del emperador Domiciano. Así que la tentación era negar a Jesús ya sea para (1) evitar la persecución o simplemente para (2) unirse al espíritu de la época romana. 

Jesús les llama a la fidelidad para que ellos puedan vencer o literalmente «conquistar«. Y Jesús promete una recompensa para todos los que se mantengan fieles en esas iglesias. Cada recompensa se extrae directamente de la visión final del libro sobre el matrimonio del cielo y la tierra [cf. la Nueva creación o Jerusalén celeste de cap. 21-22]. 

Así que está primera sección [cap 1-3] establece la dirección principal de la narrativa, el sentido que guiará el desarrollo de la historia en este libro: ¿permanecerá fiel el pueblo de Jesús? ¿Heredarán el nuevo mundo que Dios les tiene preparado? Y ¿por qué la fidelidad a Jesús se describe como una conquista? El resto del libro es la respuesta de San Juan a estas preguntas.

Parte 2. Visión del trono celestial de Dios y del Cordero inmolado [cap 4-5]

 Después de esto Juan tiene una visión del trono celestial de Dios y la describe con imágenes extraídas de muchos profetas del Antiguo Testamento [cf. Is 6; Ez 1; Dn 7]. Alrededor de Dios hay criaturas y ancianos [que representan a toda la creación y a las naciones humanas], y éstos le están rindiendo honor y lealtad al único Dios creador verdadero, quien es: santo, santo, santo. En la mano de Dios está un rollo cerrado con siete sellos de cera: simboliza el mensaje de los profetas del Antiguo Testamento [cf. Is 8,16; y Ez 2-3] y el rollo sellado de las visiones de Daniel [cf. Dn 12]. Éstos tratan sobre cómo el Reino de Dios se manifestará completamente, tanto en la tierra como en el cielo. Pero sucede que nadie es capaz de abrir el rollo, hasta que Juan escucha de alguien que sí puede: el león de la tribu de Judá [Gn 49,9] y la raíz de David [Is 11,1], él puede abrirlo. Estas son descripciones clásicas del Rey mesiánico en el Antiguo Testamento, el cual traería el Reino de Dios a través de conquistas militares. 

Ahora bien, eso es lo que Juan escucha, pero luego, cuando se vuelve para mirar, lo que ve, no es un un rey león agresivo, sino un Cordero sacrificado y ensangrentado, el cual está vivo, de pie y listo para abrir el rollo. El símbolo de Jesús como un cordero inmolado es de importancia crucial para entender el libro. Juan está diciendo que la promesa del Antiguo Testamento sobre el futuro y victorioso Reino fue inaugurada a través del mesías crucificado: Jesús venció a sus enemigos al morir por ellos, como el verdadero cordero pascual, para que así ellos pudieran ser redimidos. Debido a la Resurrección, la muerte de Jesús en la Cruz no fue su derrota, si no su entronización; fue la manera en que Jesús conquistó el mal. 

Así que esta visión concluye con el Cordero a los pies de Aquel que está sentado en el trono; y juntos son adorados, como el único verdadero Creador y Redentor. Y así, ahora, el Cordero inmolado puede comenzar a abrir El Rollo (este es un símbolo de su autoridad divina para llevar a su culminación la historia humana). 

Esta apertura del Rollo nos introduce en una sorprendente serie de tres ciclos de siete: (1) siete sellos [cap. 6-8,5]; (2) siete trompetas [cap. 8b-11]; (3) y siete copas [cap 15-16]. Donde cada ciclo revela el Reino de Dios viniendo en justicia a la tierra, así como existe en el cielo.

Algunos autores piensan que los tres grupos de siete juicios divinos [cap. 6-16] representan una secuencia lineal de eventos que sucedieron en el pasado, o que podrían estar sucediendo ahora, o que sucederán en el futuro cuando Jesús regrese. Pero si nos fijamos bien, podemos observar como Juan a entrelazado entre sí cada grupo de siete de tal modo que las últimas siete copas salen de la séptima trompeta y del séptimo sello; y, a su vez, las siete trompetas emergieron del séptimo sello. Son, en realidad, como una muñeca rusa; cada séptimo elemento contiene a los siguientes siete. Además podemos observar cómo, cada una de las series de siete, culmina con el juicio final. Así que, lo más probable es que Juan esté usando cada grupo de siete para representar, desde tres perspectivas diferentes, el mismo periodo de tiempo: el que va entre la resurrección y el futuro regreso de Jesús. 

Parte 3. Los siete sellos [cap 6-8,5]

A continuación vemos como el Cordero inmolado empieza a abrir los 7 sellos:

  • Al abrirse los primeros cuatro sellos del Rollo, San Juan ve cuatro jinetes. Es una imagen inspirada del libro de Zacarías [cap. 1]; y con cada uno de ellos se simbolizan tiempos de: (1) guerra, (2) conquista, (3) hambruna y (4) muerte. En otras palabras, un trágico día en la historia humana. 
  • Luego, (5) el quinto sello que representa a los mártires cristianos asesinados delante del trono celestial de Dios; y vemos como el clamor de su sangre inocente se eleva delante de Dios, como el humo desde el altar del incienso… Y se les dice que reposen, porque todavía más cristianos van a morir. No se nos dice por qué, pero se nos dice que no durará para siempre. 
  • (6) El sexto sello es la respuesta final de Dios a su clamor. El trae el Gran Día del Señor, descrito en Isaías [cap. 2] y Joel [cap. 2]: la gente de la tierra clama ¿quién podrá mantenerse en pie?
  • Y de repente, para responder a esta pregunta, Juan detiene la acción e introduce de súbito el cap. 7 dedicado al ejército del Cordero. Juan ve un ángel, con un anillo de sello, viniendo a poner una marca de protección sobre los siervos de Dios, quienes están soportando todas estas dificultades. Y escucha que el número de los que fueron sellados es 144.000. Se trata de un censo militar, similar al que está en el libro de Números [cap. 1]. Según el censo: hay doce mil de las doce tribus de Israel. Ahora, fíjate en lo siguiente, el número de este ejército es lo que Juan escuchó [así como escuchó acerca del vencedor león de Judá, y lo que vio cuando se volvió a mirar, fue el sorprendente cumplimiento de esas imágenes militares, en Jesús el Cordero inmolado], y por eso, ahora igual que antes, cuando él mira este mesiánico ejército del Reino de Dios ve que está formado por personas de todas las naciones (cumpliendose así la antigua promesa de Dios a Abraham cf. Gen 17,4), un ejército del cordero que puede sostenerse delante de Dios, porque han sido redimidos por la sangre del Cordero, porque ahora ellos son los llamados a «conquistar», no matando a sus enemigos, sino sufriendo y dando testimonio como el Cordero.
  • Después de esto, (7) el séptimo y último sello se rompe; pero antes de que el Rollo sea finalmente abierto, las siete trompetas de advertencia emergen, y unas brasas de fuego son tomadas del altar del incienso y arrojadas a la tierra. Las brasas de fuego fuego simbolizan el clamor de los mártires, y el derramarse de las brasas sobre la tierra es la realización del Gran Día del Señor [8,5].

Parte 4. Las siete trompetas de advertencia y el Rollo del Cordero [cap 8b-11]

Ahora con las siete trompetas, Juan da un paso atrás, y cuenta de nuevo la historia. Esta vez con imágenes de la historia de las plagas del Éxodo. 

  • Así que los primeros cinco sonidos de trompetas reproducen las plagas enviadas sobre Egipto: (1) Granizo; (2) sangre; (3) agua envenenada; (4) oscuridad y (5) langostas demoníacas.
  • Luego la sexta trompeta que libera a los cuatro jinetes, que vinieron de los primeros cuatro sellos… Pero Juan nos dice que, a pesar de todas estas plagas, las naciones no se arrepintieron [9,20-21]; al igual que el faraón en la historia del Éxodo. De manera que parece que el juicio de Dios -por sí solo- no traerá a las personas a un arrepentimiento humilde delante de él. 
  • Entonces Juan detiene -una vez más- la acción, con otro sorprendente capítulo sobre El Rollo del Cordero [cap 10,1-11,3]. Un ángel le trae el rollo ya sin sellos, porque ya ha sido abierto por el Cordero, y -al igual que a Ezequiel- se le dice a Juan que se coma El Rollo, y que proclame [profetice] su mensaje a las naciones. Y ahora, Juan nos irá revelando el contenido del Rollo, es decir, cómo el Reino de Dios vendrá a la tierra. El contenido del Rollo se describe con dos visiones simbólicas:
    • (1 visión) Juan ve el Templo de Dios y a los mártires junto al altar. Y se le dice que mida el templo y que los separe: es una imagen de protección y está tomada de Zacarías [cap. 2]. Pero los Atrios de la ciudad son destruidos y pisoteados por las naciones. Algunos piensan que esto se refiere literalmente a la destrucción de Jerusalén -que sucedió en el pasado o que sucederá en el futuro-. Pero lo más probable es que Juan esté siguiendo la tradición de Jesús y los Apóstoles, quienes usan la expresión del nuevo Templo como un símbolo del nuevo pueblo del pacto de Dios [1 Cor 3,16; Heb 3,6; 1 Pe 2,4-5]. En este caso, esto sería una imagen de cómo los seguidores de Jesús, puede que sufran persecución por parte de las naciones, pero esta derrota externa no puede quitarle la Victoria lograda por medio del Cordero. Esta idea se expande en la segunda visión.
    • (2 visión) Juan ve dos Testigos y una Bestia. Dios designa a dos Testigos como sus representantes proféticos para las naciones. Algunos piensan que esto se refiere -literalmente- a dos profetas, que aparecerán algún día en el futuro. Pero, si te fijas bien, Juan los llama «candeleros» [11,4], lo cual es uno de los símbolos que claramente usa para identificar las «iglesias» [1,20]. Así que esta visión es, probablemente, acerca del rol profético de los seguidores de Jesús, quienes deben llevar el manto de Moisés y de Elías, y llamar a las naciones y a los gobernantes idólatras, para que se vuelvan al único Dios verdadero. Pero luego, de repente, surge una horrible bestia [que hace recordar al lector aquella de cap. 7 de Daniel]. Y la bestia destroza a los Testigos y los mata. Pero luego, Dios los resucita, y vindica a los testigos delante de sus perseguidores. El resultado final es que muchos de entre las naciones finalmente se arrepienten y dan gloria al Dios creador, en el Día del Señor [11,13].
  • Después de esto, la séptima y última trompeta suena, y las naciones son sacudidas conforme el Reino de Dios viene a la tierra, como es en el cielo [cfr. 11,19; imagen del Arca que es una Mujer]. 

Ahora vamos a detenernos aquí un momento. Fíjate en la historia hasta aquí. Los juicios de advertencia de Dios (cap 6-8a), a través de los sellos y las trompetas, no generaron arrepentimiento entre las naciones; justo como ocurrió con las plagas del Éxodo que solo endurecieron el corazón de faraón. Pero luego, el Cordero conquistó a sus enemigos al amarlos: muriendo por ellos. Y ahora viene el mensaje del Rollo del Cordero a la misión de su ejército (cap. 8b-11): la Iglesia, el Reino de Dios, será revelado cuando las naciones vean a la Iglesia imitando el amoroso sacrificio del Cordero, no matando a sus enemigos, sino muriendo por ellos: es la misericordia de Dios -demostrada a través de los seguidores de Jesús-, la que llevará a las naciones al arrepentimiento. Esta sorprendente declaración es el mensaje del Rollo abierto que Juan ha comido y colocado justo en el centro mismo del libro. Se trata de la idea clave de esta primera sección del libro.

Así que ahora, ya sabemos cómo la Iglesia dará testimonio a las naciones y heredará la nueva creación. Pero queda pendiente algo importante ¿quién es esa terrible bestia que hizo guerra al pueblo de Dios? ¿Quién es esa Mujer y su descendencia? ¿Cómo terminará toda esta historia? Juan nos dirá esto en la segunda sección del libro de Apocalipsis. Empezamos! 

Segunda sección del libro: desarrollo y final de la guerra entre la bestia y el pueblo de Dios [cap 12-21]

En el resto del libro Juan completará el retrato de esta bestia y de su guerra contra el pueblo de Dios, y de cómo termina esta historia. 

Parte 5. Las cuatro señales o símbolos [cap 12-14]

Después de las siete trompetas Juan interrumpe el ritmo de los sietes, con una serie de visiones, a las cuales se le llama señales. La palabra señales, literalmente, quiere decir símbolos. Y estos capítulos están llenos de ellos. Estas visiones exploran -en mayor profundidad-, el mensaje del gran rollo abierto. 

  • La primera visión: La batalla cósmica del Dragón y la Mujer [cap. 12], revela la batalla espiritual cósmica que estaba detrás del sufrimiento de las siete iglesias debido a la persecución romana y que es una manifestación de ese antiguo conflicto que comenzó en Gen 3,15. La serpiente, que representa la fuente de toda maldad, se muestra aquí como un dragón que ataca a una mujer [representa a María] y su simiente [la simiente representa al Mesías y a su Pueblo]. Luego, el Mesías derrota al dragón a través de su muerte y resurrección. Y el dragón es arrojado a la tierra. Y allí, el dragón inspira odio y persecución hacia el Pueblo del Mesías [la Iglesia]. Pero ellos conquistaron al dragón al resistir su influencia, incluso cuando él los mata.  Juan está intentando mostrar a las iglesias que, ni Roma, ni ninguna otra nación o ser humano es el verdadero enemigo. Hay poderes espirituales oscuros obrando. Pero los seguidores de Jesús anunciarán la victoria de Jesús permaneciendo fieles y amando a sus enemigos; justo como lo hizo el Cordero inmolado.
  • La segunda visión: La batalla terrenal (el Dragón transmite el poder a las dos Bestias) [cap. 13]. San Juan cuenta ahora la historia del mismo conflicto, pero en esta ocasión con el simbolismo terrenal de las visiones de animales de Daniel [cap 7-12]. Juan ve dos bestias empoderadas por el dragón: (1) Una de ellas representa el poder militar de las naciones, quien conquista a través de la violencia; (2) la otra simboliza la maquinaria propagandística de la economía y la política, que exalta su poder como si fuera divino. Estas bestias demandan una completa lealtad de las naciones, simbolizada por la colocación de la marca de la bestia 666 en la frente o la mano. Juan, con esto, está haciendo una clara referencia al hebreo del Antiguo Testamento: 
    • Primero, esta marca es el anti-Shemá: recordemos que la escritura en la frente y la mano es una clara referencia al Shemá, una antigua oración judía de lealtad a Dios, que se encuentra en el libro de Deuteronomio; esta oración, también se escribía en la frente y en la mano, como símbolo de la dedicación de todos tus pensamientos y acciones al único Dios verdadero. Pero ahora, las naciones rebeldes demandan lealtad hacia sí mismas, y obligan a todos a decidir a quién seguirán. 
    • Luego está el número de la bestia -666-, que ha fascinado a los lectores durante miles de años. Pero éste número, no era un misterio para Juan; él hablaba hebreo y griego, y las letras hebreas también eran números. Por ejemplo, si se deletrean en hebreo las palabras: neróncésar = bestia, cada una equivale a 666. Ahora bien, no está diciendo que Nerón era el único cumplimiento de esta visión. Nerón es sólo un ejemplo reciente del antiguo patrón presentado por Daniel, según el cual, las naciones se convierten en bestias cuando exaltan su propio poder militar y seguridad económica, como si fuera un dios falso, y luego demandan completa lealtad de las demás naciones. Así que, Babilonia era la bestia en el tiempo de Daniel; pero este imperio fue sustituido por Persia, Grecia, y ahora por Roma, etc. Y lo mismo para cualquier nación posterior que actúe de la misma manera. 
  • Tercera Visión: el ejército del Cordero [cap. 14, 1-5]. Levantándose en oposición a las naciones bestiales y al dragón, está otro Rey: el Cordero inmolado. Este Rey está con su ejército, es decir, con los que están dispuestos a dar sus vidas para seguirlo. Y están en la Nueva Jerusalén, desde donde sale su canto de victoria a las naciones y es lo que Juan llama: el evangelio eterno; y así llaman a todos a arrepentirse, y adorar a Dios, y a salir de Babilonia -que caerá porque sus días están contados. 
  • Visión cuarta: el juicio final [cap. 14, 6-20]. Luego Juan mira una visión del juicio final, la cual viene después simbolizada por dos cosechas: (1) una es una buena cosecha, y vemos al rey Jesús que viene para reunirse con su pueblo fiel; (2) la otra es una cosecha de uvas para hacer vino, y representa la maldad o intoxicación de la humanidad con el mal. Estos son llevados al lagar y pisoteados. 

Pensemos un poco ¿qué está haciendo Juan? Por medio de todas estas visiones o señales Juan está proponiendo de una forma clara y determinante a las siete iglesias que existen dos posibilidades: (1) ¿resistirán el engaño de Babilonia y seguirán al Cordero? o (2) ¿seguirán a la bestia y sufrirán su derrota? 

Ahora que la elección está claramente expuesta, Juan continúa con un ciclo final de siete juicios divinos simbolizados por el derramamiento de siete copas 

Parte 6. Las siete copas [cap 15-16]

Ahora sabemos por el Rollo del Cordero abierto y por las Señales en forma de visiones, que aunque muchos de entre las naciones sí se arrepienten, otros muchos también ahora se resisten

  • Las cinco primeras copas. Lo mismo que ocurrió con las plagas del Éxodo -repetidas y simbolizadas a través de las cinco primeras copas (1. llagas; 2. sangre; 3. sangre; 4. fuego; 5. oscuridad)-, que hubo muchos que no se arrepintieron, ahora muchos se resisten y maldicen a Dios, como ocurrió con el faraón. 
  • La sesta copa. Y todo esto lleva a la sexta copa formada por el dragón y la bestia, quienes reúnen a las naciones para hacer la guerra contra el Pueblo de Dios, en un lugar llamado Armageddon. Este nombre hace referencia a un llano al norte de Israel, donde se llevaron a cabo muchas batallas contra naciones invasoras [Jue 5,19; 2 Rey 23,29]. Algunos creen que está sexta copa se refiere a una batalla real, del futuro. Otros piensan que es una metáfora del juicio final de Dios sobre el mal. Lo que sí podemos decir con seguridad, es que Juan ha tomado imágenes del libro de Ezequiel sobre la batalla de las naciones rebeldes reunidas allí para enfrentarse a Dios [Ez 38-39]. Y eso es lo que viene a continuación.
  • La séptima copa [16, 17-21], es la cuarta (8,5; 11,13; 14,,6-13) y última representación del Día del Señor, donde la maldad de las naciones es derrotada de una vez y para siempre. 

Hasta aquí hemos visto como Juan ha profetizado y desarrollado en profundidad el mensaje del Rollo sin sellos del Cordero que se le ordenó comer y anunciar a las naciones. 

Y ahora, Juan regresa al esquema general del libro, y prepara el fin del libro. Y lo hace desarrollando otros tres temas claves, que ya había introducido antes: (1) la caída de babilonia [cap. 17-19a]; (2) la batalla final para derrotar el mal [cap. 19b-20]; y (3) la llegada de la nueva Jerusalén [cap. 21-22]. Con cada uno de estos temas ilustra la venida final del Reino de Dios, pero desde tres ángulos diferentes. 

Parte 7. La caída de Babilonia [cap 17- 19,10]

En esta primera parte, un ángel muestra a Juan una mujer hermosa, vestida como una reina, pero borracha con la sangre de los mártires y gente inocente (18,24). Ella está cabalgando en la bestia-dragón mencionada en las señales de la visión. Es un símbolo de las naciones rebeldes, y se le llama Babilonia ‘la Prostituta’

Los detalles simbólicos de esta visión estaban muy claros para los primeros lectores de San Juan. El está personificando el poder militar y económico del imperio romano, pero también está haciendo algo más. En esta visión, Juan, ha mezclado palabras e imágenes de cada uno de los pasajes del Antiguo Testamento referentes a la caída de la antigua Babilonia de Tiro y de Edom [Is 13, 23, 34, 47; Jer 50-51; Ez 26-27]. Juan está mostrando así, como Roma es, simplemente, la versión del Antiguo Testamento más reciente del arquetipo de la humanidad en rebelión contra Dios. Se trata de alianzas de naciones que exaltan su propia seguridad económica y militar como un dios falso. Esto no es algo del pasado o del futuro, es una representación de la condición humana a través de la historia. Diferentes Babilonias irán y vendrán, hasta que llegue el Día, cuando Jesús regrese, en el que se reemplazará a Babilonia por su Reino. 

Pero ¿cómo vendrá el Reino de Jesús? Hasta ahora, Juan, ha representado el Día del Señor como un día de fuego, un temblor, una cosecha; pero ahora lo representa como una batalla final.

Parte 8. La batalla final [cap. 19b-20]

La batalla final es contada dos veces [19,11-21 y 20,8-15], y sitúa en medio de los dos relatos,la reivindicación de los mártires [20, 1-7]. Veámoslo con más detalle.

  • Primera batalla final [19,11]. Si recuerdas, en la la sexta copa, cuando las naciones estaban reunidas en Armagedón para oponerse a Dios, de repente Jesús aparece. Él es el gran Héroe: es la palabra de Dios cabalgando sobre un caballo blanco. Y está listo para conquistar la maldad del mundo. Pero, pon atención en lo siguiente: él aparece cubierto de sangre -antes de comenzar la batalla-, y eso es porque se trata de su propia sangre. Y su única arma es la espada de su boca; que es una imagen adaptada de Isaías [11,4; 49,2]. Juan nos está diciendo así, que el Armagedón no será un baño de sangre, más bien él mismo, Jesús que derramó su propia sangre por sus enemigos, ahora viene proclamando justicia. Jesús les pedirá cuentas a aquellos que se niegan a arrepentirse, de las mismas maneras en que hayan participado en la destrucción del mundo bueno de Dios; y el mismo destructivo fuego de infierno que ellos han desatado en este mundo de Dios, se convertirá en el destino designado por Dios para ellos.
  • Reivindicación de los mártires [20,1-7]. Después de esto, Juan ve una visión con los seguidores de Jesús, que han sido asesinados por Babilonia, donde ellos aparecen ya resucitados y reinando con el Mesías durante mil años. 
  • La otra batalla final [20,8-15]. Finalmente, el dragón que inspiró la rebelión de la humanidad contra Dios, moviliza a las naciones del mundo para que se reúnan en rebelión contra el Reino de Dios [Dn 7]. Pero delante del trono de la justicia de Dios, todos enfrentan las consecuencias de la derrota eterna. Así que, las fuerzas del mal espiritual, y todos aquellos que no quieren participar en el Reino de Dios, son destruidos. Se les da lo que quieren: existir por ellos mismos y para sí mismos. Y así, el dragón y Babilonia, y todos los que los eligen son puestos en un aislamiento eterno; y nunca más podrán corromper la nueva creación de Dios.

NOTA: ¿A que se refiere con los 1000 años? Hay mucho debate sobre la relación de los mil años con estas dos batallas. Hay algunos que piensan que se refiere a una secuencia cronológica literal: el regreso de Jesús, seguido por un reino de mil años en la tierra, llamado el milenio, y seguido del juicio final de Dios. Otros piensan que los mil años son sólo un símbolo de la victoria presente de Jesús y de los mártires sobre la maldad espiritual; y que las dos batallas representan el regreso futuro de Jesús, desde dos ángulos diferentes. Cualquiera que sea la postura que tomes, el punto principal es claro: cuando Jesús regrese como Rey él combatirá con el mal definitivamente y reivindicará a aquellos que le han sido fieles.

Parte 9. El matrimonio del Cielo y la tierra [cap 21-22]

El libro concluye con una visión final del matrimonio del cielo y la tierra. Un ángel le muestra a Juan una hermosa novia: la novia del Cordero -que simboliza la nueva creación-, que ha venido a unirse para siempre con Dios y con su Pueblo del pacto. Dios anuncia que Él viene a vivir con la humanidad para siempre. Y que Él está haciendo todas las cosas nuevas [21,5]. Esta visión de San Juan es un caleidoscopio de las promesas del Antiguo Testamento, porque este lugar se presenta como:

  • Un cielo nuevo y una tierra nueva [Is 65,17]. Una creación restaurada que ha sido sanada del dolor y la maldad de la historia humana 
  • Un nuevo jardín del Edén [Gen 2; Ez 47]. El paraíso de vida eterna con Dios; pero no es simplemente un regreso al jardín es un paso adelante hacia una nueva realidad… 
  • Una nueva Jerusalén [Is 2; Sof 3]. Una gran ciudad donde las culturas humanas en toda su diversidad trabajan juntas en paz y armonía delante de Dios. Y en el giro más sorprendente de todos, en la nueva creación no hay un edificio dedicado al Templo, porque la Presencia de Dios y el Cordero, que alguna vez estuvieron limitadas al Templo, ahora llenan cada centímetro del nuevo mundo. 

Y allí, al fin, hay una nueva humanidad cumpliendo el querer que Dios dio a los hombres al principio, en las primeras páginas de la Biblia: reinar como imagen y semejanza de Dios [hijos de Dios] y colaborar con Dios en dirigir su creación…Y así termina el Apocalipsis de San Juan y, de algún modo, también la épica narrativa de toda la Biblia. Juan no escribió este libro como un código secreto para que descifres los tiempos del regreso de Jesús. Es una visión simbólica que planteó un gran reto en su tiempo y aportó esperanza a las siete iglesias del primer siglo. Lo mismo pretende para cada generación de cristianos. Juan en definitiva nos revela en su libro: (1) el patrón de la historia y (2) la promesa de Dios, en el doble sentido de que todo reino humano, eventualmente, se convierte en Babilonia y debe ser resistido en el poder del Cordero inmolado. Pero existe una promesa divina: Jesús, quien amó y murió por este mundo, no permitirá que Babilonia triunfe definitivamente, porque él regresará a quitar el mal de su mundo bueno, y hará nuevas todas las cosas. Y esta es una promesa que ha de motivar a cada generación del Pueblo de Dios a ser fieles hasta que su Rey regrese. Y de esto trata el Apocalipsis.

Recursos

Imagen para estudio de repaso

Videos para repaso

Primera parte cap 1-11

Segunda parte cap. 12-22

Bibliografía

  • Cf. E. Hommel, Maran atha: ZNTW 15 (1914) 317-322;
  • C. F. D. Moule, A Reconsideración of the Context of Maranata: NTSt 6 (1960) 307-310. 
  • S. B. frost, Visions of the End. Prophetic Eschatology: The Canadian Journal of Theology 5:3 (1959) 156-161
  • En la interpretación del Apocalipsis hay autores que sólo ven historia y muy poco de escatología; otros, por el contrario, sólo ven en el Apocalipsis escatología y nada de historia. Recuérdese a este propósito la polémica entre el P. J. Huby (Apocalypse et histoire: Construiré 15 [1944 80-100) y Η. Μ. Fιret (Apocalypse, histoire et eschatologie chrétiennes: Dieu Vivant 2 [1946] 115-134). Véanse también los trabajos de:
    • A. Vitti, L’interpretazione apocálittica escatologica del Nuovo Testamento: Scuol Cat 69 (1931) 434-451;
    • P. volz, Die Eschatologie der jüdischen Gemeinde im neutestamentlichen Zeitalter (Tübingen 1934);
    • G. Kittel, «Εσχατος, en Theologisches Worterbuch zwn Ν. Τ. II (1935) 694-695;
    • J. G. Mccall, The Eschatological Teaching of the Book of Revelation: Diss. Southern Baptist. Sem. (1948-1949);
    • F. M. Braun, Oü en est L’eschatologie du Nouveau Testa-ment?: RB 49 (1940) 33-54;
    • B. J. Le Frois, Eschatological Interpretation of the Apocalypse: GBQ 13 (1951) 17-20;
    • F. Geuppens, Π problema escatologico nella esegesi, en Problemi e orien-tamenti di Teología Dogmática (Milán 1957) vol.2 

6 comentarios sobre “Apocalipsis o Revelación de Jesucristo [Repaso]

Deja un comentario